TVE, una meretriz abandonada en la cuneta

"Si salgo de esta habitación sin haber llegado a un acuerdo, habrás elegido al peor enemigo posible", decía Carmen Orozco (Concha Velasco) en aquella premiada serie de TVE llamada Herederos. Una frase que bien podría utlizarse para entender la decisión del Gobierno del PP para "desbloquear RTVE" y que pasa por un decreto ley mediante el cual el presidente de RTVE podrá ser elegido sin consenso con el PSOE. ¿No habéis aceptado nuestros nombres? Pues tiramos de mayoría absoluta. ¡Qué más da elegir a un presidente a dedo a pesar de habernos quejado de una supuesta falta de objetividad! Lo importante es desbloquear. ¿Pero quién ha llevado a RTVE a este bloqueo? ¿Qué nombres ha puesto encima de la mesa el PP? ¿Cuáles el PSOE? 

Pero lejos de preliminares del estilo "no nos ha quedado más remedio que hacerlo", que sólo sirven para que este tipo de medidas -quizá necesaria ante el despiporre de la Corporación, pero largamente cuestionable- duela menos, lo de este viernes era la crónica de una muerte ya anunciada. Era el principio del final de una historia de amor entre la política y la televisión pública, de cómo ambos partidos han gozado sodomizando durante años a RTVE vía manipulación. "C C O O", se sigue oyendo todavía por los pasillos de Torrespaña.

RTVE les venía bien a unos y otros. Les hacía gracia. Eran tiempos de vacas gordas. Y los gobiernos tanto de Felipe González como de José María Aznar podían gastarse el dinero que hiciera falta en el goce que produce tener a una televisión con tanta audiencia haciendo felaciones informativas diarias. Ella, la pública, no rechistaba. Podría ser acusada de meretriz, sí. Pero estaba bien pagada. Qué más daba la calidad o el crear un tejido cultural importante.

Todos eran felices. Todos gozaban. Incluso aquellos espectadores que conseguían ordenadores en Noche de fiesta. Sin embargo llegó Zapatero y la fiesta terminó, que diría Paloma San Basilio. El de izquierdas dijo que pasaba de esos goces. Incluso le importaron tres leches que las privadas se saltaran el semáforo en rojo. Mientras no le dieran quebraderos de cabeza ni le atacaran. Y entonces aprobó aquella ley que decía que el presidente de RTVE tenía que ser nombrado por dos tercios del Parlamento. Contentó a todos. O a casi todos. Después empezarían a llegar los premios, el respeto de la profesión, el liderazgo de audiencia. Pero también se acababa el gozo, aunque poco importó. Menos problemas que llevar a esa casa llamada Moncloa. 

Las vacas flacas

Luego llegó la dimisión de Alberto Oliart. Las vacas flacas. La crisis. Y ahí es cuando se descubrió la cruda realidad. Aquella 'meretriz' ya no importaba. No servía para nada políticamente hablando. Unos decían que se había gastado demasiado, que se habían inflado gastos, que algunos directivos se habían llenado los bolsillos. Otros que el 'Urdacinismo' va a llegar. Vamos, que el uno por el otro y la casa sin barrer. Así que mejor abandonarla en una cuneta. Qué más daba si se paralizaban series, programas, el sector audiovisual. Qué más daba que miles de españoles empleados en estas series o programas no supieran cuál sería su futuro. Ya sabemos que la preocupación de los políticos es otra. Y desde luego que ni la televisión pública ni la privada lo son.

Una lástima. Estas cosas no pasan en esos países en los que tanto nos fijamos para copiar esas medidas que nos saquen de la crisis. En Alemania, en Francia, en Inglaterra no se gastan tranquilamente 200.000 euros por cada pase de Pretty Woman y luego se llevan las manos a la cabeza porque se pague 700.000 euros por un capítulo de Cuéntame. Allí defienden su industria. Y si la critican, no lo hacen con tanta saña. Allí se vigila que tanto la televisión pública como la privada tengan una calidad decente.

Ahora falta por ver quién será el presidente que salve a RTVE. Quizá el candidato nos sorprenda. Quizá el PSOE acepte ese nombre en contra de lo que dicen algunos de que se abstendrá en la primera votación para después vender que el PP ha elegido al presidente 'a dedo'. Quizá el PP dialogue. Sea como fuere y parafraseando a la señora Orozco: "Señores de los partidos políticos, la próxima vez que quieran sodomizar una televisión pública, búsquense una sorda y muda, para que no nos salpique". Algunos le habíamos cogido cariño.