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Enrique Iglesias desata la 'Euphoria' en Madrid... pero la deja a medias
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Juan M. Fdez

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Juan M. Fdez

Enrique Iglesias desata la 'Euphoria' en Madrid... pero la deja a medias

Había muchas ganas de ver a Enrique Iglesias en Madrid después de doce años sin actuar en la capital. Prueba de ello era un Palacio de

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Enrique Iglesias desata la 'Euphoria' en Madrid... pero la deja a medias

Había muchas ganas de ver a Enrique Iglesias en Madrid después de doce años sin actuar en la capital. Prueba de ello era un Palacio de los Deportes lleno hasta la bandera. Nadie quería perderse la vuelta del hijo pródigo. Fans, menos fans, gente VIPS. Allí estaban su madre Isabel Preysler, que reaparecía ante la prensa después de que dieran el alta médica a su marido Miguel Boyer, sus hermanas Tamara Falcó y Ana Boyer, Boris Izaguirre, Marta Sánchez  y los tenistas Fernando Verdasco y Rafael Nadal, que a su llegada recibió una gran ovación por parte del público presente. (Vea el álbum de los asistentes)

El cantante, como todo divo, se retrasó media hora. Pero poco importó una vez que sonaron los acordes de Tonight I'm loving (fucking) you (Esta noche voy a amarte -follarte-), una canción que a la postre se convertiría en metáfora de lo que iba a pasar esa noche. Por una parte Enrique amó, enamoró a Madrid gracias a su cercanía haciéndose fotos en pleno concierto con algunos de sus fans, acercándose continuamente al público, o incluso invitando a subir al escenario a un chico llegado desde Cartagena (Murcia) y a su madre, a los que ofreció unos chupitos de ron.

También se metió al público en el bolsillo con sus continuos mensajes patriotas. "Es un orgullo ser español", dijo a mitad de concierto para poco después enfundarse una camiseta de la selección española con el número 6 de Andrés Iniesta. No era el único con una camiseta de la Roja sobre el escenario. Uno de sus músicos también vestía la de Casillas.

Pero dejando a un lado su cercanía y simpatía, y perdónenme la expresión, Enrique también dejó un tanto 'jodido' a su público que esperaba algo más que un show de una hora y cuarto. Fue un espectáculo intenso, sí, cargado de energía, de momentos emocionantes como cuando el Palacio se quedó a oscuras y con sólo la luz de los móviles de los espectadores. Pero fue quizá demasiado corto.

Fue un espectáculo donde Enrique acabó con el fantasma de aquella grabación que circuló hace años en la que podía oírse una más que deficiente interpretación de Iglesias registrada por debajo de un playback, cantando en directo. Un show donde Enrique se desgañitó en éxitos como Dirty Dancer o I like how it feels, entonó con sentimiento canciones como Cuando me enamoro o La chica de ayer, una canción que se ponía cuando sentía morriña de España en Estados Unidos . Y por supuesto tomó las poses sobre actuadas de su padre. Pero fue un espectáculo breve. Se echaron en falta canciones como Heartbeat, Escape o Love to see you cry. 

Pero eso será la próxima vez que vuelva a Madrid no dentro de "mucho". O al menos eso es lo que prometió al final del concierto. Esperemos que así sea. Enrique está orgulloso de España y España está -o tiene que estar- orgullosa de un artista como Enrique. 

Había muchas ganas de ver a Enrique Iglesias en Madrid después de doce años sin actuar en la capital. Prueba de ello era un Palacio de los Deportes lleno hasta la bandera. Nadie quería perderse la vuelta del hijo pródigo. Fans, menos fans, gente VIPS. Allí estaban su madre Isabel Preysler, que reaparecía ante la prensa después de que dieran el alta médica a su marido Miguel Boyer, sus hermanas Tamara Falcó y Ana Boyer, Boris Izaguirre, Marta Sánchez  y los tenistas Fernando Verdasco y Rafael Nadal, que a su llegada recibió una gran ovación por parte del público presente. (Vea el álbum de los asistentes)