Si nosotros no defendemos nuestra ficción: ¿Quién lo hará?

“Enhorabuena Globomedia. ¡Qué alegría ver cabalgar de nuevo a Águila Roja! Una buena noticia para la ficción española”, tuiteaba el pasado martes la cuenta oficial del Grupo Ganga, la productora responsable de la exitosa Cuéntame.

A priori, esta felicitación puede entenderse como una muestra de la buena relación reinante entre ambas productoras. Sin embargo, bien podría tomarse como ejemplo de la actitud necesaria para que el sector audiovisual nacional salga de su parálisis.

Y es que, demostrada la incapacidad de PATE (Productoras Asociadas de Televisión de España) en tiempos en los que una asociación así debería plantar cara al Gobierno que les ha llevado a la más absoluta parálisis, actitudes individuales así cobran bastante relevancia. Nota: Ganga no pertenece a PATE.

La ficción española tiene muchos enemigos. Más de los que creemos. Incluso algunos ni son políticos. Los tiene fuera y dentro. Espectadores, especuladores, periodistas. Nada se hace bien. Todo mal. A todo se le saca pega. ¡Qué es eso de hablar de Águila Roja como orgullo nacional! ¡Qué es eso de premiar a Mario Casas como mejor actor en el Festival de Málaga!

A veces, muchos se piensan que esto es Estados Unidos. Y no. Esto es España. Aquí, los presupuestos, los gustos, son distintos. Una serie española puede gustar más o menos. Pero hay que valorarla en su justa medida sabiendo a quien va dirigida. No es lo mismo El Barco que Crematorio. No creo que haga falta explicarse.

Quizá, a veces, nuestras series pequen de ir en exceso dirigidas a la Señora de Cuenca. No lo vamos a negar. Es uno de nuestros problemas. Pero cuando se intenta arriesgar un poco, también caen palos. ¿O es que lo que ha hecho Águila Roja no ha sido sino intentar sacar adelante una serie de época de aventuras?

Detrás de cada serie hay muchos profesionales trabajando. Algo que a veces se olvida en medio de tanta ansia por ser quién hace el comentario más dañino. Y, como bien explicó Miguel Ángel Pérez hace unos días en Fotogramas, una mala crítica puede hacer que una serie o una cinta esté condenada de por vida. ¿Les parece justo que cuatro palabras echen por tierra el trabajo de cien personas?

La historia no es que uno se calle. Por supuesto que no. ¡Faltaría más! Pero, por ejemplo, ¿era necesario que Carlos Boyero arremetiera sin piedad contra Los amantes pasajeros por muy regular que fuera? ¿O se podía decir lo mismo con otras palabras?

Simplemente habría que dejar atrás esa virulencia tan propia de los españoles, tener un poco más de empatía y criticar sabiendo una crítica nunca puede ir más allá de una opinión. Quizá así nos vaya mejor. Quizá así, entre todos, consigamos salir de esta parálisis. No nos olvidemos que todos pertenecemos a esta industria. Y cuántos más caigan, más iremos cayendo.