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Mar Flores o cómo casarse con un millonario
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César Andrés Baciero

Mucha tele que cortar

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César Andrés

Mar Flores o cómo casarse con un millonario

Acusada de cazafortunas, la modelo madrileña ha demostrado a lo largo de las tres décadas que lleva naufragando en la tormenta mediática que su corazón no solo late al compás del vil metal

Foto: Mar Flores (Gtres)
Mar Flores (Gtres)

Narran las crónicas amigas, y algo marcianas, porque parecen estar escritas en verso, que Mar Flores tiene un nuevo amor. Un nuevo amor millonario, apuntan las plumas más afiladas. Se trata de Elías Sacal, acaudalado-mexicano, mexicano-acaudalado, porque el orden de factores no altera el producto, no perturba la cuenta corriente, hablando en cobre.

Tras haber tenido problemas con la Justicia por sus negocios y haber salido con más famosas latinas que Alessandro Lequio (presuntamente) con chicas de Telecinco, el empresario de origen judío ha fijado sus ojos azul océano en la bella Mar Flores. Y ella en él, a juzgar por las fotos que se han publicado de ambos caminando por las románticas calles de París. Siendo sincero, tampoco son muy distintas a las que nos podrían hacer a mi madre y a mí volviendo del supermercado discutiendo por el peso de las bolsas. Pero, aunque las imágenes no destilan complicidad, han servido para reabrir el debate nacional sobre si Mar se enamora de los zagales o de sus billeteras.

A Mar se le podrá acusar de mala actriz, pero no de ser interesada en el amor. Repasando la biografía de la que fue nombrada ‘Rostro de los 90’ por la revista 'ELLE', encontramos a señores con mucho dinero y a otros con menos.

En su etapa como presentadora de ‘VIP corazón’, tras haber dejado los estudios de Psicología y aparcada su carrera de modelo, la madrileña comenzó una relación con Bertín Osborne que acabó con una llamada de teléfono en la que él le confesó que era un picha brava. Más que brava, inquieta; infiel. Él la dejó, pero ella tampoco se arrastró por Bertín y su dinero, le dio alas y voló sola.

Voló a los brazos del italiano Carlo Constanza, con el que se casó el 22 de mayo de 1992 embarazada de su primer y único hijo en común. Puso punto y final a su tormentoso matrimonio cuatro años después. Carlo no debía ser dueño de una importante fortuna cuando tuvo que recurrir a ‘Supervivientes, perdidos en Honduras’ para hacer caja. Primer punto para Mar.

El que sí está forrado, y lo estaba cuando Mar Flores lo conoció, es Fernando Fernández Tapias. Era la época en la que Flores y Sofía Mazagatos eran íntimas y recordaban a Lauren Bacall y Marilyn Monroe en ‘Cómo casarse con un millonario’. Esta historia de amor terminó cuando ella decidió abandonarlo para ir a unos brazos que conocía bien, los del Conde Lequio, que no es conde ni es dueño de una importante fortuna, con el que se veía antes de terminar con Tapias. O no, porque cada uno cuenta la historia a su manera.

Una nunca sabe cómo es un hombre hasta que se divorcia de él. Tres años después, Alessandro filtró unas imágenes junto a Mar en la cama. La historia de la dama, el caballero y el vagabundo se saldó con una crisis nerviosa y la ruptura con su pareja del momento, Cayetano Martínez de Irujo, hijo de la duquesa de Alba.

Popular aristócrata que no dio el visto bueno a la relación de su vástago con la modelo tras verla aparecer en la boda de su hija Eugenia con Fran Rivera vestida impecable de Dior pero demasiado escotada. Con una maja desnuda en la familia era suficiente. En ese momento acusó a Mar de ser lo peor que le había ocurrido a la Casa de Alba de Tormes. Una casa que aboga por que el patrimonio se mantenga en una sola mano, la mano del duque, por lo que Cayetano, siendo el quinto de seis hermanos, no se encontraba en una situación económica holgada como para considerarlo un millonario.

En esa tempestad reapareció Javier Merino (fue su breve relación puente entre Carlo Constanza y Fernando Fernández) y reconquistó el corazón de Mar. Dos años después pasaron por el altar, ella vestida de Christian Lacroix con la mantilla que se había comprado para seducir a su entonces suegra, Cayetana de Alba, en la citada boda de Eugenia y Fran.

Mar era feliz. O eso ha parecido durante los tres lustros que ha durado su unión con Javier, con el que ha tenido 4 hijos. Casi dos décadas en las que Mar ha estado al lado del empresario venido a menos, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en los problemas financieros, cuando había barco y cuando no. Mar no es como Zsa Zsa Gabor, busca un hombre comprensivo y amable, sí, pero no necesariamente entre millonarios. No se puede acusar a Mar, por tanto, de buscar el amor entre los bolsillos de los hombres que componen la lista Forbes de los más acaudalados. Mar, se puede decir que es como la Magdalena de Joaquín Sabina: “dueña de un corazón, tan cinco estrellas, que hasta el hijo de un Dios, una vez que la vio, se fue con ella”.

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Narran las crónicas amigas, y algo marcianas, porque parecen estar escritas en verso, que Mar Flores tiene un nuevo amor. Un nuevo amor millonario, apuntan las plumas más afiladas. Se trata de Elías Sacal, acaudalado-mexicano, mexicano-acaudalado, porque el orden de factores no altera el producto, no perturba la cuenta corriente, hablando en cobre.

Bertín Osborne Javier Merino Francisco Rivera Fernando Fernández Tapias