Lucía Pariente, la diversión de la sinrazón

Lucía, a tus pies. Aquí un rendido admirador. La madre de Alba Carrillo, Lucía Pariente, ha concedido una entrevista a la revista 'Lecturas', vestida de Helena de Troya (la hija más hermosa de Zeus, el dios griego, no el vástago de Sara Montiel), en la que se revela como un laberinto de contradicciones bárbaro. Sublime. ¿Hay algo más divertido y atrayente que la contradicción?¿Un polideluxe más desternillante que aquel en el que Marujita Díaz negaba haberse acostado con más de una persona a la vez, pero un minuto después confirmó haber participado en orgías? No.

La exconcursante de ‘Supervivientes’ comienza diciendo que Alba no es una cazafamosos porque ha estudiado Publicidad y Teatro, como si los títulos universitarios estuviesen reñidos con el deseo irrefrenable de echarle el lazo a alguien popular. Asegura que nunca le ha importado con quién estuviese su hija, famoso o plebeyo, salvo que fuese mayor que su padre. Libertad total pero con tope de edad. Libertad pero no libertinaje.

Tilda a su hija de mujer supertradicional, pero… Alba tuvo un hijo con Fonsi Nieto sin pasar por la vicaría. ¿Alba es conservadora, pero no, pero todo lo contrario? Ella también se autodefine como tal, pero no cree en el matrimonio. Le duele en el alma pensar que Alba no pueda volver a enamorarse pero cree que el amor romántico es para las películas. Su matrimonio surgió por una apuesta y hasta hoy, 30 años después. Un afirmación alejadísima de aquella mítica frase de Isabel Pantoja: “Julián me miró, yo le miré y estamos pagando esa mirada”.

Lo que tiene con su marido es cariño, no amor, pero tras confirmar que su pareja no está decepcionada con ella señala: “Eso es amor verdadero”. No le perdonaría una infidelidad, pero (frase para el recuerdo) “no tengo una novia, como se ha dicho, pero si fuese así, ¿qué le importaría a nadie? Sexualmente en mis bragas mando yo”.

Es cariñosa, pero a su familia no la besa en la calle y al señor Carrillo ni por pantalla de televisión. Le cuesta horrores decir “te quiero”, pero lo dice con asiduidad. ¿Lucía, en qué quedamos? Pariente se define como superautocrítica y jamás se ha piropeado, pero en una de las respuestas reta a la entrevistadora: “¿Crees que no habría podido dedicarme a la moda si hubiera querido?”.

Lucía, dices que eres tradicional porque quieres ser como Paloma Cuevas, pero, amiga, tú eres una libertaria. Una loca maravillosa, fantástica, magnífica, eres Madame Min, la enemiga del Mago Merlín. Tú eres el desastre y el desorden, lo contario a ‘El encantador’. Eres la sorpresa. Uno nunca sabe qué vas a contestar o cómo vas a reaccionar. Eres el caos. Por eso te has disfrazado de Helena, porque eres la causa de la guerra entre aqueos y troyanos. Entre Albas y Felicianos, entre Carrillos y Nietos. El azote del conservadurismo, del orden establecido, eres el sindiós, la sinrazón.

Como presumes de gran lectora añadiré que tu entrevista recuerda al monólogo interior de Rodión Raskólnikov, el protagonista de ‘Crimen y castigo’, la novela más célebre de Fiódor Dostoievski. Puro dualismo. Lean la entrevista porque, como escribió Erasmo de Rotterdam, así como no hay nada más tonto que tratar a la ligera temas serios, tampoco hay nada más divertido que disertar acerca de necedades. Lucía es experta jugando con la espuma de las olas sin adentrarse en el mar aunque con sus bailes desate la tempestad. La marejada más entretenida. Porque en este cuento Lucía es Úrsula y Alba, la Sirenita.

¿Tienes un dispositivo móvil iOS o Android? Descarga la APP de Vanitatis en tu teléfono o tablet y no te pierdas nuestros consejos sobre moda, belleza y estilo de vida. Para iOS, pincha aquí, y para Android, aquí.