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Todo lo que España debe a Carmina Ordóñez
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César Andrés Baciero

Mucha tele que cortar

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César Andrés

Todo lo que España debe a Carmina Ordóñez

La popular socialite ha caído en el olvido, con motivo del aniversario de su muerte conviene recordar todo lo que se mereció en vida y se le negó. Aún hay solución

Foto: Carmina Ordóñez. (Ilustración realizada por Jate para Vanitatis)
Carmina Ordóñez. (Ilustración realizada por Jate para Vanitatis)

Carmen Ordóñez Dominguín, Carmina, Carmina la Divina, nos dejó hace 13 años. Un caluroso 23 de julio, España, que celebraba las vísperas de Santiago Apóstol, recibió la noticia: la popular socialite había sido hallada muerta, por su asistenta, en la bañera, donde sucumben los grandes al sueño eterno; Amy Winehouse, Jim Morrison, Whitney Houston, Cristina Ortiz Rodríguez, la Veneno… Desde que se conoció la noticia, todas las cadenas de televisión cancelaron su programación y dedicaron cientos de especiales a Carmen. No era para menos, Carmen llevaba 30 años paseando, orgullosa y divinamente, sobre su rala melena la corona de reina del corazón.

Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver. Carmen no había cumplido los 50, le quedaban muchas cosas por hacer y compartir pese a parecer que ya lo había hecho todo sin hacer nada y lo había contado. El mito de Carmina ha caído en el olvido, como tantos otros sujetos que durante décadas compartieron sus penas y alegrías con nosotros, personajes que con sus romances y desventuras nos hicieron soñar con una vida, si no mejor, al menos distinta a la del común de los mortales. El mito de Carmina envejece mal, ahora es recordada como la mamá de Fran y Cayetano Rivera o la amiga de Kiko Matamoros y no como lo que fue: el mayor monstruo televisivo de los años 90.

placeholder Carmen Ordóñez entregada a la lectura.
Carmen Ordóñez entregada a la lectura.

España le debe mucho a Carmina. No solo con la ayuda de políticos y eruditos del conocimiento y el saber -por ejemplo- se forja la identidad e historia de un país, también con la de sus estrellas del entretenimiento. A Carmen el Ayuntamiento de Sevilla le debe una calle y una estatua, como se la adeuda Almonte. Algunos vecinos del Norte conocimos El Rocío o la Semana Santa sevillana antes por los vídeos de Carmina lavándose los pies con cerveza en el camino o llorando desconsolada como un personaje lorquiano en los balcones frente a la Esperanza de Triana que por las campañas de publicidad de la Junta de Andalucía. “Sevilla me encanta, pero yo muero por Triana” debería rezar el manto de la Virgen.

El Poder Legislativo debería cambiar el nombre a la 'Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen' por 'Ley del allanamiento de los seres humanos de la sensibilidad'. La RAE tiene que aceptar entre las páginas del diccionario la palabra 'desahogao'.

Sentada en el plató de ‘Crónicas marcianas’ destruyó la creencia extendida en este país de que la mujer maltratada por su pareja era de nivel social y cultural bajo y de personalidad débil. Dejó claro que ser víctima de cualquier abuso no era motivo por el cual nadie debe avergonzarse. Con su forma de vivir, siempre libre, y su facilidad para deshacerse de maridos y mantener a amantes dio ejemplo de que la mujer no tenía por qué depender del hombre. Muchos años antes de que Belén Esteban se sentase en el ‘Deluxe’ para hablar de sus adicciones, Carmina nos había narrado con todo lujo de detalles sus entradas y salidas a clínicas para hacerse curas de sueño y no del sueño.

placeholder Carmina Ordóñez con 'Paquirri'. (Foto: Foro Vogue)
Carmina Ordóñez con 'Paquirri'. (Foto: Foro Vogue)

La biografía de Carmina merece un libro, no uno escrito por su hijo Julián Contreras, y una película u otra 'tv movie', también interpretada por Patricia Vico pero con un guion salvaje, crudo y más realista que el de ‘Carmina’ de Telecinco. Se lo debemos porque en vida a Carmen se le negaron todas las portadas de revistas de moda, tapas que debería de haber protagonizado porque, salvo Amparo Muñoz, nadie ha sido más guapa que Carmen. Retratos de Carmen deberían estar colgados en los museos, sus contemporáneos la deberían haber tomado como musa, Carmen debería haber inspirado poemas y novelas. Dalí, Picasso o Antonio López la deberían haber interpretado como ‘La maja vestida’ y ‘La desnuda’, porque si María Teresa de Silva fue la bon vivant del S. XVIII, Carmen lo fue del XX. Carmen tenía que estar en el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía porque es Historia de España, la historia que normalmente se silencia. Carmen debe ser eterna como la de Merimée.

Carmen Ordóñez Dominguín, Carmina, Carmina la Divina, nos dejó hace 13 años. Un caluroso 23 de julio, España, que celebraba las vísperas de Santiago Apóstol, recibió la noticia: la popular socialite había sido hallada muerta, por su asistenta, en la bañera, donde sucumben los grandes al sueño eterno; Amy Winehouse, Jim Morrison, Whitney Houston, Cristina Ortiz Rodríguez, la Veneno… Desde que se conoció la noticia, todas las cadenas de televisión cancelaron su programación y dedicaron cientos de especiales a Carmen. No era para menos, Carmen llevaba 30 años paseando, orgullosa y divinamente, sobre su rala melena la corona de reina del corazón.

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