Freddie Mercury, si te reencarnas en carne, vuelve a reencarnarte en ti

Decía Mecano en la canción Eugenio Salvador Dalí que si el pintor catalán tenía que reencarnase en carne, que lo hiciera en él mismo. Una petición que bien podría trasladarse a Freddie Mercury, el inolvidable cantante de Queen y de cuya muerte se cumplen hoy dos décadas. Y es que, a pesar de que muchos han intentado copiarle, nadie ha sido capaz de emular a uno de los cantantes más importantes de la historia de la música.

De personalidad arrebatadora y extravagante, Mercury hacía que cada concierto fuera antológico, que cada puesta en escena sorprendiera más que la anterior. Un genio que incluso después de fallecer puso la carne de gallina a millones de españoles durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. ¿Quién no recuerda aquel dueto que ha pasado no solo a la historia de la música sino de nuestro propio país?

Y todo esto a pesar de su confesada timidez. Pero Mercury (Mercurio, el mensajero de los dioses) había nacido para que millones de personas sintieran como si estuvieran en el mismo cielo a través de su melódica y armoniosa voz y con canciones como la propia Barcelona o Bohemian Rhapsody. Mercury era, es y será un icono de los que ya no quedan. Un maestro que vino al mundo para intentar unirlo con himnos como We will rock o We are the champions. 

Al igual que ocurre con Michael Jackson, Elvis Presley o Frank Sinatra, la música no se entiende sin él. No es una opinión, es un hecho. No caben debates. Su influencia está más que demostrada. ¿O es que no vemos similitudes en cada nuevo artista que consigue su hueco en la industria musical a través de la extravagancia?

Pero como siempre ocurre con los grandes genios, el destino le tenía preparado un temprano fin. "Freddie Mercury falleció pacíficamente esta noche en su casa de Kensington, en Londres. Su muerte es resultado de una bronconeumonía causada por el sida", informó entonces su representante en un escueto comunicado. 

Tan solo un día antes y ante la insistencia de la prensa más sensacionalista, el artista había tenido que reconocer que padecía la conocida como enfermedad de los 80. Hoy se cumplen veinte años de su muerte pero su música, su figura, su show debe continuar.