Munich, alma latina en el corazón de los Alpes

En otoño, el río Isarcambia su tonalidad a un gris más vaporoso,los beergardenesconden ese verde intenso bajo un dorado más cálido,los descapotables cubren las capotas... sólopermanecen los típicos atuendos bávaros de pantalón corto y medias altasque muchos se empeñan en lucir orgullosos.

"Munich estaba radiante. La bruma resplandeciente bajo una bóveda de cielo azul brillante y sedosocubría los parques, las columnatas blancas de sus templos, los monumentos clásicos y las iglesias barrocas, las fuentes, los palacios y sus parques, sus amplias vistas, siempre arboladas".Así describía Thomas Mannlos encantos de la ciudad en la que vivió antes de huir del horror nazi. Al abrigo de las estribaciones de los AlpesMunich late más animada, a un ritmo diferente al del resto del país. Su alma, casi latina, quebrada en la Gran Guerra, reconstruyó la ciudad abandonando toda modernidad y permaneciendo fiel al recuerdo y esencia de los años 30. Una ciudad esplendida en el que su pasado medievalcontrasta con la belleza que a imagen del gran Parísquiso otorgarle el rey Luis I.

Impactantes vistas sobre la ciudad y los Alpesdesde la torre de la Iglesia de San Peter,la terraza del Hotel Bayerischer Hofo desde el pequeño café de la universidad. En Marienplatz impone lafachada gótica del nuevo ayuntamiento, con un carrillón de tamaño real y un campanario cuya torre rivaliza con las gemelas de la catedral. Grandioso el palacio de Wittelsbachs, La Residencia. Tranquilo y bucólico el English Garden Park. Gärtnerplatz y Glockenbachviertel,dos de los barrios más bohemios y encantadores,plagados de tiendas y cafés. Kaufingerstrasse y Neuhauser Strasse, las calles comerciales más caras de Alemania, con las tiendas y firmas más lujosas.

La ciudad que alimentó el genio de Wagner, mantiene su espíritu musical con tres de las mejores orquestas del mundo y a decir de los entendidos, también una de las mejores operas del planeta. Arte clásico en el Viejo Museo y una explosión de color en el anexo Brandhorst, la caja de las tonalidades, una fachada de líneas verticales de colores pero interior blanco, desnudo, donde cuelga la vanguardia del arte. ¿Te gusta conducir? Menos cultureta, para apasionados, son los clásicos roadsters y antiguas motocicletas del Museo BMW.

Uno de los más exquisitos mercados exteriores de Europa. 140 puestos de flores, fruta, especias, quesos, chocolate, pescados, zumos...Schrannenhalle, puestos gourmet, restaurantes y cafés en el antiguo mercado de grano de la ciudad. De recuerdo, unas jarras de cerveza de porcelana de típicos colores bávaros azules y blancos, en Hertie, al otro lado de la estación. Prueba la cerveza más antigua y representativa de la ciudad, Augustiner, desde 1328. Tómate una copa en Schumanns Bar o en Atzinger, en la parte vieja de la ciudad. Elcafé en el pequeño y encantador Luitpold, todo un clásico.

Para desayunar,Maria Café, al final de Klenzestrasse. Sirven hasta muy tarde. Y para comer, buena gastronomíalocal y sorprendentes buenos precios en Palais Keller, en la bodega del elegante Hotel Bayerischer Hof. Cenaen Tantris, uno de los mejores restaurantes de la ciudad, dos estrellas Michelín. Su decoración es toda una declaración de intenciones: “Rojo como una langosta, negro como la trufa”. Aquí se bordan los pescados y los mariscos.

Dónde dormir: Vier Jahreszeiten Kempinski, junto al Teatro Nacional,en la arcada de Maximilianstrasse, la calle más elegante de Munich. Las vistas desde su saunason un espectáculo. O el propio Bayerischer Hof, lujo desde finales del XIX y animado club de jazz.