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La Buena Vida, un homenaje al buen producto y a la buena cocina
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La Buena Vida, un homenaje al buen producto y a la buena cocina

La amplia oferta gastronómica madrileña, sujeta en gran medida a las urgencias de las modas, hace que en ocasiones pasen desapercibidos restaurantes...

La amplia oferta gastronómica madrileña, sujeta en gran medida a las urgencias de las modas, hace que en ocasiones pasen desapercibidos restaurantes que en otras ciudades tendrían bien ganado un puesto entre los mejores.

Hace pocos meses celebraba su decimotercer aniversario uno de ellos, de la misma manera en la que han transcurrido esos ya largos trece años de vida: en silencio, sin hacer ningún ruido. Y si tenemos en cuenta que parte de ellos han transcurrido en medio de una crisis que se ha llevado por delante a muchos, el mérito es aún mayor, considerando que se trata de un establecimiento donde se practica, además, una cocina alejada de las tendencias más o menos en boga en el ámbito culinario.

Hablamos de La Buena Vida, el pequeño local con aire de bistro que Carlos Torres y Elisa, el matrimonio propietario, decidieron abrir tras colgar sus hábitos profesionales (ambos proceden del mundo financiero) en la calle Conde de Xiquena, rodeados de pequeñas boutiques y galerías de arte en lo más parecido que tenemos en Madrid al SoHo neoyorquino (salvando las distancias, claro)

Desde sus orígenes, algo dispersos en lo que a su oferta se refería, han ido derivando hacia una cocina basada en el mejor producto de temporada, que Carlos, inquieto como pocos, logra encontrar donde haga falta, rematándolo con mano precisa, llena de sensatez, en preparaciones con los ingredientes indispensables para realzar la ya de por sí excelente calidad de la materia prima que llega a sus fogones.

Verduras y legumbres de Navarra, trufas y setas de Soria, erizos gallegos, pescados del Cantábrico, atún de almadraba, gambas de Santa Pola, espardeñas de Palamós, caza del Reino Unido y Centroeuropa... abastecen una despensa que se presenta al cliente con resultados impecables, respetando al máximo los sabores más nítidos. A mediodía, no será raro que presencien la llegada de algún discreto proveedor con su botín del día, que Elisa rápidamente ofrecerá a sus clientes en improvisadas recetas con la ayuda en cocina de Carlos.

Guisantes lágrima con huevo escalfado; habitas de Guetaria con butifarra; cocochas de merluza en salsa verde; angulas de mar y de tierra; setas en carpaccio, o salteadas, o en revuelto; huevo con trufa; lenguado a la sartén... son platos que cambian a diario en función de los caprichos del mercado, y que son cantados fuera de carta anunciando sus precios, como debe ser, obligación que otros evitan con el malhadado propósito de hacer caja a costa de los más incautos.

Platos que complementan a sus clásicos de siempre: mejillones con curry, el trío de atunes, el arroz del día o la mejor raya a la mantequilla negra de Madrid, capaz de disputarle ese título a la de la extinta Gastroteca de Stéphane y Arturo (con su permiso, don Arturo) o a la del mismísimo Sacha.

Mención especial merece el apartado dedicado a la caza en temporada. Zorzales, tórtolas, cercetas, becadas, grouses se suceden a lo largo de la misma, en preparaciones clásicas, pudiendo elegirse incluso el grado de maduración de las piezas, situándose su oferta entre las mejores de la ciudad en este género.

Entre los postres, tiene merecida fama su delicada tarta de queso (pídanla con el coulis de fresa aparte), pero la Tatin no le va a la zaga.

En el capítulo de vinos, Carlos muestra la misma pasión que por la parte sólida de la oferta de su restaurante, con lo que podrán encontrar en su reducida carta denominaciones y etiquetas minoritarias, en general, pero todas cortadas por el mismo patrón: el de la calidad y buen gusto a precios asequibles. Déjense guiar por los sabios consejos de esta agradable pareja. No se arrepentirán.

El escaso servicio, que cuando el restaurante está lleno se convierte en un problema, y la austera iluminación del comedor, aspectos ambos manifiestamente mejorables, no suponen mayor inconveniente para que no dejen de acudir a este discreto local y se sientan como lo harían en casa de unos amigos, tratados como sólo ustedes merecen.

Precio medio: menú degustación: 45€. Carta: 40-60€

La Buena Vida C/ Calle Conde de Xiquena, 8. Madrid Tlf. 915 31 31 49

La amplia oferta gastronómica madrileña, sujeta en gran medida a las urgencias de las modas, hace que en ocasiones pasen desapercibidos restaurantes que en otras ciudades tendrían bien ganado un puesto entre los mejores.

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