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Kitín Muñoz, Mario Vargas Llosa y Lord Crawley ya tienen herederos
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Paloma Barrientos

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Kitín Muñoz, Mario Vargas Llosa y Lord Crawley ya tienen herederos

Estrenamos el blog de Paloma Barrientos, 'Café Society', en el que la periodista nos revelará los detalles de las citas más exclusivas desde dentro

Foto: Simeón Hassan y su tío Konstantin de Bulgaria, en Madrid esta semana. (Gtres)
Simeón Hassan y su tío Konstantin de Bulgaria, en Madrid esta semana. (Gtres)

Es complicado unir estos tres nombres en un único tema. Me refiero a Kitín Muñoz, el último aventurero; Ariadna, la nieta preferida de Vargas Llosa; y lord Crawley, un aristócrata inglés que, en la tercera dimensión, podría estar unido en tiempo y espacio con la familia de Carlos III. Son los protagonistas, en estas primeras semanas de otoño, de una vida social intensa. Es la que me ha tocado observar y analizar. Y no siempre es fácil. Más de una vez, los elementos que se presentan en estos circuitos informativos no resultan positivos. A veces hay que sacar de donde no hay.

Hace poco, un fotógrafo de toda la vida —de los que se comen guardias— contaba, mientras cubría el photocall de los Premios Influencia Hispana: “Menos mal que hoy los personajes son de categoría y no como en otras convocatorias”. ¡Ayyy, si contáramos cómo se crean y se lanzan al viento historias que nunca fueron reales y que se dan por buenas! Y que conste que no estoy en contra de quienes se trabajan los contenidos en las redes sociales. Solo de los infiltrados vendedores de humo.

placeholder Ariadna, la nieta de Mario Vargas Llosa. (Gtres)
Ariadna, la nieta de Mario Vargas Llosa. (Gtres)

Retomando los Premios Hispania, creados por tres jóvenes con intereses comunes —Guillermo Ramos, Luis Izquierdo y Ángel Ballesteros—, dos abogados y un economista que no han tenido necesidad de tirar de la tropa de 'influencers' (a partir de ahora, “influyentes”) para que sus premios tuvieran encanto. Por segunda vez comunico que destierro el anglicismo para reconvertir la palabra a su significado real como sustantivo. Aviso: por ahora no existe en el diccionario de la RAE. Y más aún en este caso, cuando se trataba de un encuentro cultural y social con el castellano como lengua vehicular de todos los premiados.

En el auditorio Rafael del Pino me encontré con la joven nieta del Nobel, que recogió el premio póstumo de su abuelo. Es hija de Gonzalo Vargas Llosa, el tercer retoño del escritor. Fue el más combativo ante las filtraciones de Isabel Preysler, que no dejaban en buen lugar a su padre. Es tierra aplastada, salvo que la reina de corazones quiera desempolvar una nueva guerra con sus memorias. Habrá que esperar a su publicación, aunque me extrañaría que, a estas alturas de su vida, se metiera en jardines de los que cuesta salir.

placeholder Sassa de Osma y Christian de Hannover. (Gtres)
Sassa de Osma y Christian de Hannover. (Gtres)

Madrid apareció con una mezcla curiosa de protocolo, lujo, aventura y trayectorias profesionales interesantes. En el caso de Kitín Muñoz, que no pudo asistir, sí lo hizo su hijo Simeón, del que luego daré más pistas, junto a su tío Konstantin, que nos habló de su separación. Ese reconocimiento sería algo así como destacar una vida dedicada a meterse en lugares donde nadie quiere meterse: las balsas de totora, los desiertos, toda suerte de ejercicios físicos —como el Boina Verde del ejército que fue— y hasta cenas oficiales con protocolo. Esto último que no se lo tome a mal: estar casado con una princesa, como es Kalina de Bulgaria, también implica soberanos aburrimientos en el aspecto público, que no en el privado. Es una pareja sin sobresaltos.

Más arriba me refería a Simeón Hassan, que así le bautizaron sus padres en honor al abuelo, exrey de Bulgaria, y al homólogo marroquí. Es un chaval encantador, listo y con una facilidad de palabra que llamó la atención. Su educación es diferente a la del resto de los chicos de su edad. Tiene previsto ingresar en el templo Shaolin (China) para estudiar kung-fu y la filosofía budista. Desde el mundo occidental tenemos otra visión. Hace muchos años conocí a Ösel, el niño lama al que no se le podía tocar la cabeza. A los 18 años dejó la contemplación y la cambió por los amaneceres de Ibiza.

placeholder Joanne Froggatt, Laura Carmichael, Michelle Dockery y Elizabeth McGovern, en el estreno del final de 'Downton Abbey'. (Cordon Press)
Joanne Froggatt, Laura Carmichael, Michelle Dockery y Elizabeth McGovern, en el estreno del final de 'Downton Abbey'. (Cordon Press)

Por cierto, mi enhorabuena a Sassa de Osma, la nuera del iracundo Ernesto de Hannover. Se encargó de clausurar esta segunda edición de los Premios Influencia Hispana. No tengo más remedio que cambiar de opinión. Nunca me ha parecido la alegría de la huerta e incluso más bien estirada, pero esta vez, a su presencia y discurso, no se le pudo poner un pero.

Y a estos apartados se unía el clasismo en su máximo grado, representado por el jefe de la tribu 'Downton Abbey'. La última película de la trama, que a pesar de lo dicho por algunos especialistas sí tiene continuidad. Ni se imaginan las derivadas que pueden recrearse en el futuro con la vida de los personajes sin alterar el producto. 'El regreso de la vajilla de porcelana', título que me parece más apropiado por la cantidad de mensajes de esas características que aparece en la película, reunió a incondicionales con fondo de 'crunch, crunch' del paquete de palomitas, obsequio de la productora.

Es complicado unir estos tres nombres en un único tema. Me refiero a Kitín Muñoz, el último aventurero; Ariadna, la nieta preferida de Vargas Llosa; y lord Crawley, un aristócrata inglés que, en la tercera dimensión, podría estar unido en tiempo y espacio con la familia de Carlos III. Son los protagonistas, en estas primeras semanas de otoño, de una vida social intensa. Es la que me ha tocado observar y analizar. Y no siempre es fácil. Más de una vez, los elementos que se presentan en estos circuitos informativos no resultan positivos. A veces hay que sacar de donde no hay.

Mario Vargas Llosa