La muerte de Encarna Polo de una manera tan trágica ha conmocionado a todos los que la conocimos. Sirva este obituario para mi homenaje a una mujer generosa, divertida y profesional que nunca tuvo desencuentros con nadie. Una de las últimas veces que intervino en un espacio en televisión fue paseando por las calles de Madrid con Daniel Diges. Aparecía guapa y contando anécdotas de sus muchos años en el mundo de la música y de como habían sido sus comienzos.
Había nacido en Sevilla y aunque le quedaban pocos recuerdos de su infancia, no se perdía una Feria de Abril. A los doce años murió su padre, que regentaba una confitería con los “los mejores pestiños del mundo”, según me contaba orgullosa. “Nunca he vuelto a probar ninguno como los suyos. Son esos sabores de infancia que a veces he recuperado en La Campana, la pastelería que hay en la calle Sierpes de Sevilla”.
Tenía una memoria prodigiosa y se acordaba de conversaciones que habíamos tenido tiempo atrás referidas a su relación con Rocío Jurado, de la que le hubiera gustado despedirse y a la que tenía mucho cariño. “Fíjate —me decía— que antes de que ella anunciara que tenía la enfermedad yo lo había soñado y me angustiaba esa pesadilla”.
Encarnita Polo, en una foto de archivo. (Gtres)
En las noches en las que compartía cenas como eran los a los que acudía con Octavio Aceves, Carmen Sevilla o con su hija Raquel y su yerno Fernando. Contaba que tenía cierta tendencia a la adivinación, pero que no se le habría ocurrido en la vida explotar ese detalle de su personalidad.
Si estaba Paloma Gómez Borrero presente, que sabía leer las líneas de las manos, se enfrascaban en conversaciones más o menos privadas. Maruja Díaz la tomaba el pelo mientras los periodistas que estábamos presentes no le hacíamos mucho caso. Y entonces se reía y pasaba a otro asunto.
Tenía mucho sentido del humor y por eso se presentó en el programa 'First Dates' para encontrar pareja. En realidad, tener o no novio le preocupaba muy poco. Estuvo casada con el compositor argentino Adolfo Waitzman y nueve años después de nacer su hija Raquel se separó. Hasta que no llego la Ley del Divorcio en 1981 no pudo dar por zanjado un matrimonio del que esperó demasiado y “no salió bien salvo el nacimiento de Raquel, que es mi vida”, me decía.
Encarnita Polo, en 'First Dates'. (Telecinco)
Se declaraba 'jaranera' y se apuntaba a cualquier convocatoria como eran los primeros años de la Feria del Caballo que organizaba Tomás Terry o acudía a Valencia en los aniversarios del Hotel Montepicayo. Se lo pasaba en grande junto a otros nombres conocidos como era el doctor Cabeza o Pepe Domingo Castaño, y por supuesto con los periodistas que acudíamos a cubrir la información.
Nunca creaba problemas a los organizadores de fiestas y festejos exigiendo trato especial como sí hacían otros de segunda y tercera clase. Era muy presumida y aparecía siempre impecable. Bien vestida por Enrique Elías, que también diseñaba y cosía los vestidos para las galas. Y, por supuesto, bien peinada. Siempre con sus pelucas.
Presumía de tener una gran variedad y en plan de broma contaba que a algunas les cortaba las puntas y que volvían a crecer “porque son mágicas. La gente se cree que no tengo pelo y que por eso las utilizo. Y la verdad es que me resulta más cómodo”. Puedo dar fe porque una vez en su casa me recibió sin su secreto. “Ves como tengo buen cabello”.
Encarnita Polo, en la capilla ardiente de Marujita Díaz. (EFE / Víctor Lerena)
En cuanto a la anécdota de las pelucas mágicas que crecían, las cuidaba como si fuera su mejor tesoro. Las tenía ordenadas por colores, por peinados, más largas, más cortas, con mechas, lisas, onduladas… y un vestuario amplio y elegante. Un año regalóal mercadillo de Nuevo Futuro una estola de plumas, bolsos de pedrería, vestidos de fiesta y pendientes que se vendieron muy bien. Ahora que ha vuelto esta almoneda solidaria, habría que recordar como ella y Cuqui Fierro acudían todos los años. La cantante para ayudar y Cuqui para participar económicamente.
En una de las últimas veces que hablamos, aún vivía en Madrid. Le perdí la pista y alguien me contó que se había instalado en Ávila para estar más cerca de su hija. Echaba de menos el ritmo diario de la capital, pero me aseguran que estaba contenta. Antes de entrar en la residencia donde ha encontrado la muerte paseaba por las calles y cuando la reconocían volvía feliz a la casa.
Todas estas anécdotas cotidianas no solapan la vida profesional de la que fue una gran artista con un recorrido y trayectoria impecable tanto en la televisión como en sus giras por Latinoamérica. Hizo intervenciones como actriz en Italia junto a Domenico Modugno, Claudio Villa y Gigliola Cinquetti.
Quizá lo que mejor la definió siempre fue el ser una buena persona de la que todo el mundo que la trató habla bien. Y eso en el mundo del espectáculo no es lo habitual. Siempre hay luces y sombras.
La muerte de Encarna Polo de una manera tan trágica ha conmocionado a todos los que la conocimos. Sirva este obituario para mi homenaje a una mujer generosa, divertida y profesional que nunca tuvo desencuentros con nadie. Una de las últimas veces que intervino en un espacio en televisión fue paseando por las calles de Madrid con Daniel Diges. Aparecía guapa y contando anécdotas de sus muchos años en el mundo de la música y de como habían sido sus comienzos.