Cuando se cumplen años y se pasa de una década a otra, las celebraciones por este asunto suelen ser más llamativas. No es lo mismo tener 19 años y pasar en doce meses a los veinte, o el mismo esquema para los cuarenta, cincuenta o, ya rizando el rizo, los sesenta. Siempre hay que celebrar, pero es más recurrente hacerlo cuando las cifras son redondas. Pero no siempre es así.
Desde hace unos días circulaban determinadas informaciones sobre una supuesta fiesta de cumpleaños a lo grande. La protagonista no era otra que María Dolores de Cospedal, exministra de Defensa y expresidenta de Castilla-La Mancha, entre otros cargos dentro del Partido Popular.
María Dolores de Cospedal en un desayuno informativo. (EFE)
Cumplía seis décadas y, por lo tanto, resultaba creíble que el próximo sábado 13 de diciembre fuera el encuentro festivo. O incluso que se tratara de una fiesta sorpresa. Los “ilustrados” (falsos enterados) en este tema repetían nombres de un listado fantasma que más parecía el de una boda que el de un aniversario, aunque fuera redondo. Aunque sin detallar, todos ellos pertenecían a ese catálogo de personas influyentes del mundo de la abogacía, la política, el cultural y el social.
Lo que parecía más o menos una situación que podía suceder nada tiene que ver con la realidad. Ni listado, ni organización, ni invitaciones, ni nada de nada. La única celebración que hay es la que hará Cospedal con su familia, como ella misma ha confirmado a Vanitatis. Y no solo no hay macrofiesta, sino que ha sido la primera sorprendida de la información que le he trasladado.
“Desconozco de dónde salen esas historias. Te aseguro que nunca he tenido intención de organizar nada por mis sesenta cumpleaños. Y me sorprende más aún que circule un supuesto listado con nombres de personas con los que no tengo amistad más allá del trato cordial”.
Al preguntarle si era posible que su hijo o su familia quisieran que fuera una sorpresa, se ríe. “En mi casa saben que no me gustan las sorpresas. Y te confirmo que no hay ninguna reunión de la que me hablas”, expresa.
Una vez solucionado y desmentida la inexistencia del cumpleaños fantasma, sí que era momento para preguntar cómo llevaba el pasar de una década a otra o, mejor dicho, de 59 a sesenta. “La verdad es que yo no me veo. Quiero decir que antes a una mujer de sesenta años se la consideraba de la tercera edad. Era muy despectivo. Todo eso ha cambiado. Me encuentro muy bien. Tengo muchísimas cosas que hacer. Me gusta mi trabajo, mi familia, mis amigos y, lo más importante, estoy muy orgullosa de mi hijo. Tengo que decir que también hay que asimilar los 60. Con todo y con eso, agradezco a la vida, tener salud y ganas de hacer muchas cosas”.
Reconoce que siempre ha tenido amistades más mayores y que nunca los ha visto así. “No me gusta etiquetar y clasificar a la gente por tramos de edad. Lo que quiero decir es que hay que disfrutar de lo que tenemos”.
Al preguntar si cuando apague las velas tiene algún deseo concreto o, en el caso de tener una varita mágica, qué pediría, se explaya:“Me gustaría que el mundo se ordene. Creo en los principios y ahora están patas arriba. Es importante que el mundo vuelva a creer que la ley funciona, que tenemos seguridad jurídica, que es necesaria la humanidad. Y ya como final feliz, que mi hijo esté bien y que en la familia no haya sobresaltos”.
En cuanto a su vida privada y sus relaciones personales, prefiere mantener el mismo perfil de siempre. Discreción total. María Dolores de Cospedal dejó la política el 7 de junio de 2018 y regresó a su plaza como abogada del Estado. Es socia del despacho Albiñana & Suárez de Lezo, especializada en Derecho Procesal y Arbitraje. Ejerce como presidenta de la Sección de Derecho de la Seguridad y la Defensa del Colegio de Abogados de Madrid.
Estuvo casada quince años con Ignacio López del Hierro, una noticia que entonces adelantó Vanitatis y, como ahora con el cumpleaños, no negó a nuestro medio. El verano pasado se la relacionó con el empresario Fernando Portillo, viudo de Sandra Domecq, y parece que es un amigo, nada más.
Cuando se cumplen años y se pasa de una década a otra, las celebraciones por este asunto suelen ser más llamativas. No es lo mismo tener 19 años y pasar en doce meses a los veinte, o el mismo esquema para los cuarenta, cincuenta o, ya rizando el rizo, los sesenta. Siempre hay que celebrar, pero es más recurrente hacerlo cuando las cifras son redondas. Pero no siempre es así.