A verlas venir en Londres

La poca excelencia del deporte olímpico español tiene la ventaja de que así no se exige presencia real. A la final de fútbol ya no tienen que ir, mira. Una vez la Reina ha hecho acto de presencia en la inauguración y en los días previos (con ese ‘fitting’ que se tuvo que hacer con el uniforme), ya llegarán los príncipes según mercado. Según se vaya requiriendo su presencia. Barak Obama anunció que iba a ir a la final de baloncesto. Podía haber elegido muchas más cosas. Nosotros estaremos a verlas venir. A ver a qué pueden ir. A ver a qué quiere ir la Princesa.

El otro día veíamos en Londres a Guillermo de Holanda con Máxima y sus tres hijas siguiendo a los nadadores de su país. Esa es una modalidad que los nuestros todavía no han estrenado. Y nos gustaría mucho. Es decir, que acudan el príncipe Felipe, la princesa Letizia y las infantas Leonor y Sofía a animar a nuestros deportistas. Se veían los holandeses con un entusiasmo siguiendo el relevo 4x100 femenino que daba envidia. Estábamos naranjas de envidia. Daba envidia la familia y el relevo, que quedó segundo. Daba envidia la vehemencia y simpatía en las gradas de la princesa Máxima, a quien las chicas, en agradecimiento por su pasión, lanzaron desde el podio el ramo de flores. Todos lanzaríamos flores a Máxima, que, por cierto, era la única de la familia que no llevaba el polo naranja nacional. Y  eso que es uno monísimo de Asics.

Habrá que cruzar los dedos por los deportistas españoles. Desear que lleguen a finales. Habrá que cruzar los dedos para que Letizia abandone el cascarón y vaya a Londres a animar. Aunque no le salga tan bien como a Máxima.