La princesa con botines

Inauguraron ayer los Príncipes de Asturias la Casa del Lector, el ambicioso centro cultural instalado en el Matadero y que es iniciativa de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Libros, fundaciones, gafapastismos y otras cosas importantes aparte, doña Letizia repitió un minivestido estampado de los Ailanto que ya le habíamos visto (en febrero) con una chaquetón de cuero Belstaff. Ayer y entonces llevaba medias negras y botines. Distintos, aunque es difícil distinguir cuáles son más feos, aunque me inclino por los de ayer. Es difícil superar algunos de sus muchos zapatos iguales con plataforma, pero no imposible. ¿Tendrá alguna fobia por los salones de suela cero?

Las medias que se puso para ir a la Casa del Lector casi parecían de neopreno. Eran de un tupido que para qué. Y los botines. Ay, los botines. La Princesa tiene botines y no va descalza. Como el torito guapo de El Fary. De verdad, ¿qué cosas pasan por la cabeza de alguien que se pone eso en los pies y sale a la calle a que la fotografíe todo el mundo? Solo se me ocurre que, como Marisa Paredes en ‘La flor de mi secreto’, no se los pudiera quitar una vez puestos.

Eso sí, hay que reconocer lo cariñosa que estuvo la Princesa con Ofelia Grande, la viuda del editor y empresario Germán Sánchez Ruipérez, que se cogía del brazo de doña Letizia como si fuera una sobrina. Una con botines espantosos.