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Reina Letizia

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Con la Princesa se da una curiosa circunstancia: cuanto menos la vemos, más hablamos de ella. Sus ausencias resultan más jugosas que sus presencias

Foto: La princesa en una fotografía de archivo (I. C)
La princesa en una fotografía de archivo (I. C)

Qué de cosas podríamos haber escrito este mes de agosto. Con la Princesa se da una curiosa circunstancia: cuanto menos la vemos, más hablamos de ella. Sus ausencias resultan más jugosas que sus presencias, sobre todo las veraniegas. Las misteriosas. Y esos días de vista y no vista en Mallorca son un filón (hasta las sandalias de Uterqüe, tan Marbella, lo son). Si hacemos balance ahora de especulaciones e informaciones, lo que más nos gusta es lo de haberse ido a Grecia con Máxima de Holanda, que tiene allí casa y cala privada (después de que ella y su marido tuvieran que abandonar el carísimo y polémico proyecto de Mozambique, compraron una villa en el Peloponeso). Ayer, en Crónicade El Mundo, Jaime Peñafiel dedicaba su página a doña Letizia, con la que no tiene foto tipo Farah Diba. Pero ahí no había nada nuevo. Teníamos que ir al primer Chssss para leer que, según le había dicho una confidente llamada Carmen el día 23, los príncipes de Asturias y sus hijas estaban pasando sus vacaciones en una finca de Cáceres cercana a la provincia de Salamanca. Lo más razonable, desde luego, para alguien que quiere desaparecer y no dar que hablar. Es más fácil encontrarse a un ‘paparazzo’ en las Chimbambas que en el interior de una finca. Además, es más barato. Aunque esta sería otra cuestión.

Pero lo de Grecia es más divertido. Para nuestra imaginación, claro. Partimos de una información que dio Gustavo González en ‘Sálvame’. Dijo el fotógrafo que doña Letizia y las infantas (quizá a través de aquel vuelo a Zurich) habían ido a Grecia, a la costa de Porto Jéli, con Máxima. Hasta que esta se tuvo que ir por el fallecimiento de su cuñado Friso. Siendo Máxima la representación de la simpatía, la naturalidad, la cercanía y otros valores positivos para una reina o princesa, nos la imaginamos dando clases a doña Letizia. Como Rex (Regina) Harrison a Audrey Hepburn en My Fair Ladypero, superada la etapa de los cubiertos y las reverencias, con enseñanzas más sofisticadas. Podrían ser las siguientes: sonríe, disfrázate, ponte un traje de neopreno y métete en el agua, salta, ríe a carcajadas, déjate arrugas en la frente… Aunque quizá para semejante tarea tendría Máxima que ser Anna Sullivan.

Qué de cosas podríamos haber escrito este mes de agosto. Con la Princesa se da una curiosa circunstancia: cuanto menos la vemos, más hablamos de ella. Sus ausencias resultan más jugosas que sus presencias, sobre todo las veraniegas. Las misteriosas. Y esos días de vista y no vista en Mallorca son un filón (hasta las sandalias de Uterqüe, tan Marbella, lo son). Si hacemos balance ahora de especulaciones e informaciones, lo que más nos gusta es lo de haberse ido a Grecia con Máxima de Holanda, que tiene allí casa y cala privada (después de que ella y su marido tuvieran que abandonar el carísimo y polémico proyecto de Mozambique, compraron una villa en el Peloponeso). Ayer, en Crónicade El Mundo, Jaime Peñafiel dedicaba su página a doña Letizia, con la que no tiene foto tipo Farah Diba. Pero ahí no había nada nuevo. Teníamos que ir al primer Chssss para leer que, según le había dicho una confidente llamada Carmen el día 23, los príncipes de Asturias y sus hijas estaban pasando sus vacaciones en una finca de Cáceres cercana a la provincia de Salamanca. Lo más razonable, desde luego, para alguien que quiere desaparecer y no dar que hablar. Es más fácil encontrarse a un ‘paparazzo’ en las Chimbambas que en el interior de una finca. Además, es más barato. Aunque esta sería otra cuestión.

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