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Mary y Mette-Marit
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Reina Letizia

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Mary y Mette-Marit

Las comparaciones no es que sean odiosas, son más bien ociosas. Pero dan mucho juego. Las princesas europeas, a pesar de compartir el mismo destino como futuras reinas, también tienen sus diferencias

Foto: Matte-Marit de Noruega, en una imagen de archivo (I.C.)
Matte-Marit de Noruega, en una imagen de archivo (I.C.)

Mientras nos entretenemos con los robinsones suizos (o sea, los Urdangarín) y esperamos la reaparición de Letizia, seguimos con cosas del verano. Con retrasos y asuntos que se han quedado en el teclado. Las comparaciones no es que sean odiosas, son más bien ociosas. Pero dan mucho juego. Si ayer apuntábamos la comparación de siempre entre doña Letizia y Máxima de Holanda, hoy vamos con otras princesas europeas. Bueno, sin el otras, que Máxima es reina. Reinona. Pero vamos al grano. Hace un par de semanas veíamos en las revistas a Mette-Marit en biquini. La mujer del heredero noruego estaba en un patinete con sus hijos. Es verdad que el destino no eraBenidorm sino Portofino, pero aun así daba una imagen de cercanía y (la palabra maldita) naturalidad. A Mettet-Marit, además, no le importa que le saquen las mollas y la celulitis. Impensable aquí. Sobre todo, las mollas.

MAry de Dinamarca, en una imagen de archivo (I.C.)La otra princesa que hace cosas distintas que la nuestra es Mary de Dinamarca. En primer lugar, tiene vacaciones públicas (porque se sabe dónde estaba). Las ha pasado en el palacio de Marselisborg en Aarhus, la residencia de verano de la Reina desde que se casó, y en el palacio de Graasten en Jutlandia hasta que los niños empezaron el colegio el 13 de agosto. Que podría haberse ido también a Tahití, pero sus presencias quitan interés a sus ausencias. A Mary también se la ha visto en la Feria de la Moda de Copenhage. Y, a finales de agosto, en un campo de refugiados sirios en Jordania. Iba junto al ministro de Cooperación danés para llamar la atención sobre la situación de estos refugiados. Al mismo tiempo que su visita, comenzó una manifestación de refugiados. Tampoco es que fuera evacuada. Sí hubo cierta tensión pero al parecer no llegó ni a entrar en el campo, aunque sí estuvo fuera con niños y mujeres del mismo.

Lo de hablar de evacuación fue un pelín exagerado. Porque si nos ponemos así, también podríamos llamar auto-evacuación a lo de Letizia en Mallorca. Por comparar de forma ociosa.

Mientras nos entretenemos con los robinsones suizos (o sea, los Urdangarín) y esperamos la reaparición de Letizia, seguimos con cosas del verano. Con retrasos y asuntos que se han quedado en el teclado. Las comparaciones no es que sean odiosas, son más bien ociosas. Pero dan mucho juego. Si ayer apuntábamos la comparación de siempre entre doña Letizia y Máxima de Holanda, hoy vamos con otras princesas europeas. Bueno, sin el otras, que Máxima es reina. Reinona. Pero vamos al grano. Hace un par de semanas veíamos en las revistas a Mette-Marit en biquini. La mujer del heredero noruego estaba en un patinete con sus hijos. Es verdad que el destino no eraBenidorm sino Portofino, pero aun así daba una imagen de cercanía y (la palabra maldita) naturalidad. A Mettet-Marit, además, no le importa que le saquen las mollas y la celulitis. Impensable aquí. Sobre todo, las mollas.

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