El ganador y la consorte

El príncipe Felipe comparte con Ana Botella e Ignacio González no haber sido elegido para su cargo. Doña Letizia comparte con la candidatura madrileña pensar que el trabajo realizado ha sido en vano. Además, recordaba el sábado LOC que, según un sondeo publicado por El Mundoen enero, la Princesa es el miembro menos valorado de la Familia Real con un 51,7%. El menos valorado, como Madrid 2020, la primera en ser eliminada. También están los pitos, que le afectan porque piensa que no los merece. El sentimiento de frustración debe de ser parecido al de la delegación española.

¿Por qué no me quieren? ¿Por qué no nos quieren? Bueno, eso que también cuenta el suplemento del El Mundosobre las fotos de García Rodero no es que ayude mucho. Aunque parece claro que los pitos son más de origen ‘urdangarinesco’ (o ‘corinaceo’) y bastante ajenos a la persona de la Princesa. Lo de las fotos es que, a tenor de lo que cuenta alguien cercano al equipo de la fotógrafa, esta no quedó muy satisfecha con el trabajo realizado. Tampoco es que nos extrañe. “En todo momento, doña Letizia se involucró en demasía en todos los detalles y se negó a aceptar algunas de las sugerencias que se le proponían”, dice esa fuente.

Volviendo a Buenos Aires, donde la Princesa ha sido más consorte que nunca, hay que reconocer que don Felipe se ha ganado las habichuelas. Por un lado, no tiene ningún mérito que hable inglés (o francés o lo que sea). Faltaría más. El mérito lo tienen Muñoz Molina o Aznar, que lo aprendieron de mayores. “El preparado” no se ha preparado los idiomas mientras trabajaba en un Burger King. Para eso su padre es el King. Pero por otro lado, el Heredero ha demostrado que puede representar a España haciéndonos sentir orgullosos. Quizá exageramos, quizá es lo normal, quizá estamos demasiado acostumbrados a la mediocridad y la normalidad nos parece excelencia. Pero lo cierto es que el Príncipe, con su actuación, con su trabajo, con su empeño, ha sacado las castañas del fuego a la arañada imagen de la Familia Real. La candidatura ha perdido, pero él ha ganado. Y, de refilón, algo ha ganado también la consorte.