‘We love Máxima’

El rey de Holanda llegó pilotando el avión con el que él y Máxima viajaron a España. El príncipe Felipe iba al volante del coche con el que los cuatro se fueron al palacio de la Zarzuela.Guillermo debería haberse quitado los pantalones para pilotar en calzoncillos porque no hemos visto nunca a un rey con una prenda tan horriblemente arrugada. Ellas, estupendas. Las dos con vestido (blanco, Letizia; gris perla, Máxima), las dos con cartera (con ‘clutch’, por ser cursis). Y Máxima, con alguna lorza por detrás (¿es que no hay Spanx en Holanda?). La imagen más significativa, la de doña Letizia haciendo el ‘plongeon’ a la reina Máxima en esta visita de presentación, que no de Estado. Una reverencia que puede dar lugar a más comentarios que los estrictamente protocolarios.

Parece que Letizia y Máxima se hubieran puesto de acuerdo para usar vestido (como pasó con Bruni). No sabemos si la naturalidad se puede ensayar, pero lo cierto es que la princesa Letizia ha dejado atrás para estos breves encuentros públicos de ayer con Máxima cualquier tipo de envaramiento anterior. Sería por la compañía, como ya hemos dicho otras veces, pero se le notaba mucho más relajada que otras ocasiones. Que el día de la llegada a Buenos Aires, sin ir más lejos. Por mucha sonrisa que mostrara entonces se la veía más tiesa que un palo. Ayer no. Abrazos chillados, besos, complicidad, sonrisas de verdad… Lo que nos gusta ver.

¿Qué la reina Máxima es la favorita de muchos? ¿Que ‘We love Máxima’? (y no Tamara). Pues sí. Bastante tiene con eso la princesa Letizia, en permanente e indeseada competencia con las demás princesas europeas y, lo que es peor, consigo misma. A la reina doña Sofía nunca se la ha comparado con la reina Noor de Jordania. Por ejemplo. También es verdad que no se trata solo de belleza o de cómo rellenes el vestido. Son más cosas. Lo de la tan cacareada naturalidad. Pero ayer la Princesa estuvo a la altura.