De bar en bar

Ayer, en una sección ya casi fija que se podría titular ‘Por fin ya es viernes’, Antonio Rossi contó las últimas salidas de la Princesa. Por supuesto, en El programa de Ana Rosa. El periodista, saltador y triatleta dijo que el viernes 8 Letizia salió con sus amigas hasta las siete de la mañana, que acabó en un bar de la calle Montera a puerta cerrada y que los escoltas le avisaron de que el Príncipe ya había vuelto de Venezuela. El viernes siguiente volvió a salir. Según Rossi, fue “de bar en bar” hasta las cinco por el centro de Madrid. Lecquio la defendió: (los Príncipes) “Viven juntos y trabajan juntos. Para la salud del matrimonio es necesario respirar solos”. Paloma García Pelayo era más del sector crítico (como Rossi): “Sin en esas salidas se basa la estabilidad del matrimonio…”. Y Maxim Huerta, ya en el plató, volvió a incidir en lo que había contado el día anterior desde Roma de la recepción a los cardenales en la Embajada: “Están todo el rato separados. En el único momento en que están juntos es fría y distante con él”.

Lo mejor de todo lo que dijo Rossi es lo de ir “de bar en bar” porque parece de la copla ‘Yo soy esa’ (“esa oscura clavellina que va de esquina en esquina, volviendo atrás la cabeza”). Y si miramos las portadas de las revistas de esta semana, algo de eso hay.  En Hola, en Semana, en Lecturas y en Diez minutos aparece la Princesa en Roma durante la misa de Inauguración volviendo atrás la cabeza. O solo la mirada. Y en todas sale con cara de mala de película, de Joan Collins con mantilla. De hecho, la foto que aparece en Hola, con Máxima riendo y Letizia con sonrisa ultracongelada es como de Krystle Carrington y Alexis Colby en Dinastía. Da un poco de miedo. Es como si nos mirara (y echara las cruces) a todos los que hablamos y escribimos de ella. Menos mal que el Papa en las mismas portadas da buen rollete.