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La princesa Letizia da la razón a sus detractores
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Eduardo Verbo

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Eduardo Verbo

La princesa Letizia da la razón a sus detractores

Letizia da la razón a sus detractoresDicen que corre el rumor de que si los Reyes pudiesen enviar a la princesa de Asturias a participar en

Letizia da la razón a sus detractores

Dicen que corre el rumor de que si los Reyes pudiesen enviar a la princesa de Asturias a participar en el nuevo programa de Carmen Lomana para pulir sus ‘modales’ lo harían con gusto y agrado. Es más, los profesionales expertos en protocolo ponen el grito en el cielo cada vez que Letizia se lo salta a la ligera y se pone a hablar con todo quisqui sobre lo humano y divino, y ya están pensando en revindicarse encadenándose a algún chopo centenario de El Pardo, cual baronesa Thyssen. Regodearse ante sus ex compañeros que cubren la Copa del Rey de Vela en Mallorca, llegando a afirmar que no echa de menos su antigua profesión y que está muy contenta con su trabajo actual, viene a reforzar la tesis de que la princesa se ha ganado a pulso y por méritos propios la fama de mandona y prota que planea sobre su cabeza, como el apelativo de gracioso y feo sobre la respectiva testa del bebé de la Pantoja. ¿Acaso alguien diría que no, si los españoles decidieran correr con sus gastos de por vida, como si uno de los sorteos de Teresa Viejo se tratase?

La baronesa Thyssen acepta barco como animal de compañía

Desvariar en casa sin ningún motivo aparente para dejar fluir los pensamientos más sorprendentes ante un grupo de amigos puede llegar a resultar incluso divertido. Algo parecido a aceptar barco como animal de compañía en una noche de desenfreno. Pero, hacerlo en público y utilizando las principales cabeceras del país para dejar constancia histórica de los monólogos interiores y las recreaciones literarias sobre una vida que no tendría cabida ni uno de los cuentos de Dickens es de órdago, como las miradas de Rajoy a Zapatero. La baronesa, que al igual que Tamara Seisdedos acepta múltiples nombres para referirse a su persona -véase Tita, Carmen, baronesa…-, ha perdido el norte con tanto mensaje subliminal a su propio hijo y la mujer de éste, Blanca Cuesta, toda una matasuegras en potencia. Ahora le reclama más amor. El afectado, en cambio, se conforma con que su querida mamá le retire la denuncia del juzgado y evitar jugar a Marco. Si Agatha Christie siguiese dándole a la tecla no ganaría a la baronesa Thyssen en hipérboles e hiperbatones. Eso asegurado.
David Bustamante encarna los cánones de la belleza griega

El cántabro ha conseguido con su cuerpo de escándalo actualizar el apartado de los adjetivos musicales, algo obsoleto desde los ricitos de Bisbal, y los catálogos de las clínicas de cirugía, que ya ofrecen la nariz de la Esteban o el torso de Bustamante a la carta. Aunque no es el David de Miguel Ángel, Bustamante ha logrado una misión que ni el mismísimo James Bond: dotar de vida propia al cuerpo de un joven obrero de la construcción que llegó a convertirse en estrella de la canción, y por el que chicos y chicas ‘matan’ ahora  mismo, siguiendo con las coplas de San Blas. Si con Cher las mejores promociones comerciales para sus discos eran las sesiones de botox y las rinoplastias, los productores musicales españoles han descubierto en echar músculo a lo Swarzeneger la verdadera fórmula del éxito. Aunque, como en todos los mercados laborales siempre existen excepciones. Mientras Busta entrena, calienta y vuelve a entrenar en el gym, cual Obregón, Falete hace lo propio en su ámbito: la cocina familiar. No por eso se venden más o menos discos.

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