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Rania apuesta por Los Monegros y Bordiú por Uganda
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Eduardo Verbo

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Eduardo Verbo

Rania apuesta por Los Monegros y Bordiú por Uganda

Rania y los posados corporativos en Los Monegros Al hablar de una forma cuasi irracional del spanglish, ese concepto tan híbrido como Bimba Bosé, las masas lo

Rania y los posados corporativos en Los Monegros

 

Al hablar de una forma cuasi irracional del spanglish, ese concepto tan híbrido como Bimba Bosé, las masas lo relacionan con Raphael (no se confunda con Rappel) por aquella interpretación magistral de la banda sonora de un anuncio de bebidas isotónicas, que a su vez son las preferidas del ministro de Fomento. Nadie se acuerda ya del acento de extramuros de Penélope o del de la sevillana Paz Vega, que hace unos cuantos años atrás podría haberse referido, sin problema alguno, a la primera dama como Micaela. Lo mismo sucedió con Armilla, que de un pueblito perdido de La Alpujarra granadina consiguió que las brújulas apuntaran a la pollería de Rosa de España como uno de los puntos cardinales más de la canción de Manolo Escobar. Por eso, cada vez que se habla de Jordania, el sentir general vincula el reino Hachemita con su reina, a quien, a pesar de la incómoda cacofonía, llaman reina Rania de Jordania. Ni su clonismo a lo oveja Dolly con Letizia o sus justas de glamour allá donde va causan tanta expectación como los posados promocionales de su país. Todo un ejemplo para otros royals, que no conceden entrevistas y, si lo hacen, no pueden ser entrecomilladas. ¿Se imaginan a Letizia posando a lo Escarlata O’Hara ante la inmensidad de los Monegros o con las ruinas de Belchite como escenario corporativo del país por el que trabaja?

Al Rey no le gusta tanta demostración de afecto

 

Ir de boda no es mucho más coñazo que acudir al desfile de las Fuerzas Armadas o escuchar, entre bostezos, el discurso de un ganador cualquiera del Cervantes. O, tal vez, a Mariano Rajoy sí que se lo parezca. Por eso, no se entiende a la luz del análisis crítico que don Juan Carlos no haya acudido a la ceremonia nupcial de su sobrino Nicolás, celebrada en un marco incomparable, por muy poco que le gusten las celebraciones de amor o los poemas de Becquer. Salta a la vista que Letizia y las Infantas no son precisamente los incombustibles amigos de Carmina Ordóñez, el Pai, el Chuli y el Cabra, pero que no consigan igualar a Shakira bailando el Waka Waka, ni aún siguiendo las indicaciones de Ana Rosa Quintana y sus entregados colaboradores, no es motivo para declinar la invitación ni tampoco para terminar como Larra. Dicen que tanto cabreo familiar le está pasando factura y que, nada más encuentra un momento de ocio, en vez de marcharse de viaje privado, como hacen su nuera y su hijo, prefiere ejercer de Rodríguez en la tranquilidad de Palacio, sin nietos -que ascienden al mismo número de hijos de Julio Iglesias-, nueras, hijas… y sin su mujer, que se las apaña muy bien solita. Por cierto, ya hay mentes malévolas que comparan a Su Majestad con la panda primigenia de los Iglesias que tampoco acudieron a la boda de su papito para 'presumir' de familia desestructurada en las revistas.

Carmen Martínez Bordiú, la más peliculera

 

Lo más positivo de la nietísima es que sigue siendo conocida por su vertiente lúdica más que por las incursiones holográficas de la tribu de las mirandas, preyslers y caris. Poco o nada le han importado los comentarios relacionados con su aspecto físico y siempre le han hecho plin las observaciones sobre el volumen de sus posaderas, que han llegado incluso a ilustrar tertulias televisivas, radiofónicas y encuentros digitales. Y eso que no es ni Ordoñez ni Dominguín. Pero hay episodios en la vida de cualquier persona que es mejor guardar para la intimidad, por muchos años de rodaje frente a las cámaras que se posea. En el caso de la mamá del aspirante al trono francés, las apariciones en la revista de cabecera de su amiga, la sempiterna emperatriz del baldosín, se elevan al infinito y más allá por su condición de peliculera. La portada en la que recreaba la célebre Gorilas en Niebla, junto a unos primates ugandeses en plan Sigourney Weaver, marcó un punto de inflexión en su recorrido mediático, que ahora ha proseguido con la publicación de un álbum de sus vacaciones en las islas griegas, un auténtico paraíso que también ha contado con el desembarco de la Esteban. El problema lo plantea el hecho de que la mayor parte de los lectores de la publicación veranean en Benidorm y no les hace nada de gracia que mientras ellos tienen que conformarse con María Jesús y su acordeón, otros anden joroña que joroña.
 

Rania y los posados corporativos en Los Monegros