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Luis Ortiz ya no es el rey de la fiesta
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Eduardo Verbo

Ave César

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Eduardo Verbo

Luis Ortiz ya no es el rey de la fiesta

Luis Ortiz ya no se desmadraLo que menos cabía esperar de Luis Ortiz y su particular Liz Taylor, Gunilla von Bismarck, era una celebración íntima y

Luis Ortiz ya no se desmadra

Lo que menos cabía esperar de Luis Ortiz y su particular Liz Taylor, Gunilla von Bismarck, era una celebración íntima y discreta para la boda de su único hijo. Ellos que con tanto furor podrían contar con su propia definición en cualquier glosario de mitología griega o en el del mismo María Moliner… El enlace de Francisco Ortiz y Elisabet Dutú Mazas en Zurich con la sola asistencia de amigos cercanos y familiares nada tenía que ver con la escenografía cuasi orgiástica de Marbella, actualmente en plena recuperación de sus giles y muñozes. La revista Hola se encargó de inmortalizar la desoladora estampa, donde papá Ortiz -no confundir con el de Letizia y Telma- destacó por su saber estar y su porte solemne. Toda una pena,  ya que muchos lectores y lectoras esperaban ver en la publicación jeques, condes y duques apoyados en el quicio de la vicaría, plañideras en pleno cambio de pigmento y, apurando, a Massiel enarbolando el mantón a punto de sacarle literalmente el órgano visual a cualquiera de las invitadas cansadas ya del tocado, mientras que Ortega Cano entra en éxtasis placentero. Algo raro pasa con Luis. ¿Se imaginan a Marichalar sin su fular?
 

Amaia Salamanca, por empollona

Existe una extraña y peculiar moda entre las celebridades -aunque Lázaro Carreter blasfeme desde ’el cielo’ al escuchar el término- de seguir las últimas tendencias, sean cuales sean, queden bien o no, sin ningún argumento más a tener en cuenta. Algo así como lo de Fuenteovejuna, todos a una. Cuando les da por algún tótem en especial, no hay acontecimiento interplanetario, como diría Pajín, ni Libro de Buen Amor que consiga desviar sus intenciones. Si las pulseritas de la novia de Casillas consiguieron eclipsar a los parches de titanio del príncipe Felipe o los brackets de su santa, ahora las gafas de pasta, toda una oda al estilo nerd, son el complemento que más pita entre los famosos, que quieren ir de empollones. Amaia Salamanca no ha podido resistirse a sus encantos y se las ha puesto, sin tener en cuenta las leyes universales del buen estilo, esas que, a veces, honrando a sus amigos, destroza la duquesa de Lugo, cuñada ficticia de Cata por designio de la caja tonta. En fin, cómo sacarse partido no es ninguna asignatura oficial. Pero debería. Apunte, señor Gabilondo.
 

Ana Patricia Botín, por poderosa

A Ana Patricia Botín posiblemente el power dressing le suene a arameo, pero, haciendo poco ruido y muchas nueces, se ha convertido en un auténtica mujer poderosa y ha triunfado por sus propias aptitudes. Eso sí, sin utilizar ningún elemento exterior para dar muestras del bastión de su poder. Ya era influyente, pero con el nuevo nombramiento como directora del banco Santander en Reino Unido se afianza su camino hacia la cima de la empresa familiar. Sin declaraciones ofensivas ni polémicas gratuitas. Cuidando a la prensa, pero evitando conceder entrevistas para seguir con el enigma, para seguir forjando la historia de una mujer de armas tomar que también desarrolla su parte lúdica sin problemas. Las fiestas que organiza junto a su marido, el ingeniero agrónomo Guillermo Morenés, en la estación alpina de Gstaad, son ineludibles en casa de los March, los Cortina, los Rodés… No todos los superpoderosos llevan traje y corbata ni tampoco calzones ni capa. Bonito pareado.

 

Luis Ortiz ya no se desmadra