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La princesa Letizia, la 'pasionaria' de La Zarzuela
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Eduardo Verbo

Ave César

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Eduardo Verbo

La princesa Letizia, la 'pasionaria' de La Zarzuela

La princesa Letizia, como Dolores Ibárruri  Si Molière hubiese conocido a la princesa Letizia habría convertido alguno de sus defectos en base de una de sus

La princesa Letizia, como Dolores Ibárruri 

Si Molière hubiese conocido a la princesa Letizia habría convertido alguno de sus defectos en base de una de sus creaciones literarias hiperbólicas. O su bien amado Larra habría ilustrado, con la situación vivida el pasado sábado en el Circo Price, uno de sus artículos sobre la vidriosa realidad de la sociedad española del XIX. La princesa de Asturias estuvo prácticamente todo el día con el Papa en Santiago: comiendo  gallo al estilo Pardo Bazán, la ostia consagrada… de ascesis espiritual, al fin y al cabo. Por eso, cuando algunas informaciones apuntaban a que nada más Ratzinger partió hacia Barcelona ella hizo lo propio, pero con rumbo al concierto de Bon Jovi y Rihanna, pocos fueron los que dieron pábulo a la noticia. Pero, era cierto. Letizia, tan bien adiestrada por Ana Blanco para mantener impávido el cuero cabelludo, se soltó literalmente la melena junto a unas amigas, y se colocó los pinchos y las tachuelas. Lo peor no es que llegase sin avisar, sin entradas o el día menos adecuado para ello, sino el gesto con el puño alzado a lo Dolores Ibárruri. Al final tendrá que ser Carmen Lomana quien le diga que perder el rumbo no es muy beneficioso para proyectar la imagen de princesa devota, que la iconografía monárquica se empeña en plasmar. Entre las actuaciones de la princesa y las declaraciones de Mariano Rajoy y Felipe González, España está que trina.

Tamara Falcó se independiza: ¡No sin mis pieles!

Tamara Falcó se ha independizado y está feliz. Las pijas no incluyen en su particular léxico palabras que no sean maravilloso, estupendo y otros sinónimos que indiquen excelencia. Se ha ido de casa de mamá Preysler  y se ha llevado todas las pieles. Otros, en cambio, prefieren llevarse la sandwichera, la tele, el libro de recetas de Arguiñano o las agujas de hacer punto por si el paro repunta, pero ella ha preferido las chinchillas y los zorros. Su reportaje en la revista de cabecera de mamá es de antología pura y dura; que la poesía ya no es lo que era desde el tratado de Luzán y el aumento de ‘lectores’ de Sálvame. Pero, puestos a compilar, en esa colección de portadas tampoco podría faltar aquella en la que aparecía con una tiara de diamantes, que bien podría haber colgado de las paredes del palacio de Versalles, junto al rey Sol ¡Lo que se pierde la Primera Familia sin los tamaristas en la corte real! Los que veían a las Iglesias-Preysler de colaterales reales no daban crédito la pasada semana cuando la rebelde Chabelyta apretaba con fuerza la mano del príncipe Felipe al recoger el premio de las Bellas Artes, en nombre de su padre. Tamara y Chabelyta, siempre en el límite del bien y del mal.
 

David Bisbal ama a España...por encima del sushi

Que Bisbal es un tío tan natural como los espárragos y los cogollos de Tudela lo sabíamos. Pero que no tiene reparos ni pudor en demostrar su sencillez es algo que sigue abrumando a propios y extraños cada vez que concede una entrevista o utiliza las redes sociales para informar sobre su estado anímico. Lo mismo teoriza acerca de sus colaboraciones musicales con Rihanna o Miley Cyrus que de sus desfogues sexuales en la Red cuando su chica está allende los mares. Ahora, acaba de contratar a un chef japonés para que los sushis nunca falten en su casa. A él no se le puede recriminar que promocione la gastronomía del país del sol naciente más que la patria, porque lleva la paella y su Roquetas del Mar natal casi en el corazón. Así son los artistas. A veces un poco cursis, pero, sin duda, la mejor imagen corporativa de un país.
 

La princesa Letizia, como Dolores Ibárruri