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Jaime de Marichalar y la infanta Elena: el fin del mundo
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Eduardo Verbo

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Eduardo Verbo

Jaime de Marichalar y la infanta Elena: el fin del mundo

Jaime de Marichalar y la infanta Elena: el fin del mundoUna instantánea del ex duque de Lugo viendo pasar inexpugnable a los Reyes Magos de Oriente

Jaime de Marichalar y la infanta Elena: el fin del mundo

Una instantánea del ex duque de Lugo viendo pasar inexpugnable a los Reyes Magos de Oriente tiene tanto contenido simbólico como cualquier fotografía candidata a los Pullitzer o un daguerrotipo del XIX. Y eso que ya resulta prosaico ver a Marichalar, que no es ni paje real, observando con expresión iracunda el despliegue de patos, gansos, elefantes y camellos que desfilan en comitiva zoológica. Él que tuvo su figura de cera en el Museo y ya no da para ‘caganer’... Y allí, entre gentío y pueblo llano, la infanta Elena levita invisiblemente dos centímetros por encima del resto saludando a Baltasar, que no iba a saltar ni se cayó. Pero, apresurando el relato, finalmente no hubo encuentro físico entre los papás de Froilán y Victoria Federica. Desde que el divorcio es una realidad, un obelisco transparente delimita el fin del mundo, unos cuantos metros cuadrados mediante, entre ambos. De haberse aproximado, la confluencia hubiese sido bautizada con el paso del tiempo como el ‘lugar donde’, algo así como el Triángulo de las Bermudas, pero en el epicentro de la ciudad gallardoniana. Tal vez, el ex duque y la duquesa piensen que su política de evitarse a toda costa sea tan brillante como la inteligencia de Marina Castaño, que según Carmen Rigalt, reserva mechas en la peluquería bajo el nombre de marquesa de Iria Flavia. ¡Con lo felices que serían todos tomando un San Francisco! O una panceta thai, que ahora es lo que más pita.

 

Elsa Pataky, de boda promocional

Si cuando mostró el castillo que le regaló uno de sus novios hizo subir el pan y el maíz, el reportaje de su misteriosa boda ha planteado una incógnita realmente preocupante para la mayor parte del trust de cerebros del mundo entero. La actriz Elsa Pataky se ha casado sola, con un vestido de Armani -sí, queda clarito, de Armani- en una playa que podría haber sido perfectamente un pantano del interior de León. Pero, como en una clase de geología general, no hay persona que discuta el origen del magma. Humana ni extrahumana. Y, en este caso, por mucho que parezca un catálogo de novias, hay que creer que sí que se ha casado, porque su ‘repre’ lo ha dicho. Y además, su diseñador así lo ha querido también. Punto en boca. Otra cosa es que hay quienes cuestionen el poder de convicción de convertir a sus pretendientes en reyes del baldosín y los que también ven en la ceremonia una promoción en toda regla. De confirmarse esta última versión, una teoría bastante hereje. Lo que sí que es cierto es que los novios de Pataky quedarán en los anales del corazón como un tiempo pasado, que nunca pudo ser mejor. Tal vez, sea para siempre. O tal vez no. Con esta crisis no se puede asegurar categóricamente nada. Y menos una unión en matrimonio. Nunca una boda dio tanto que hablar. Ni cuando Eva Sannum apuntaba formas de princesa de Asturias.

 

Julio Iglesias se baña al fin

Entre los requiebros y las gracias facilonas de la panda de los Iglesias, figuraba el estelar momento en que el patriarca se bañaba en paños menores, bien en su piscina, de cuya agua se podría prácticamente beber a chorro, o en las límpidas playas del Caribe. En los años que no se alineaban los astros para que ocurriese el momento, entonces los periodistas aludían a la leyenda del gamusino para explicar la ausencia del habitual chapuzón. Pero el 2011 ha comenzado por todo lo alto: Julio Iglesias se ha remojado, aunque en esta ocasión no hay testimonio gráfico de calzones blancos dejando al trasluz proas y popas del capitán de un velero que no tiene mar, que diría él mismo. Sus fans, como los de Ana Obregón, siempre le han agradecido este tipo de acontecimientos inesperados, porque antes no existían las redes sociales. Ni tampoco las bodas secretas estaban de moda. Sea como fuere, no puede haber buen año sin Julio Iglesias chapuceando, Falete cantando la marimonera o de la Quadra-Salcedo hablando de la presencia de insectos en la comida azteca.

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