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A la princesa Letizia no se le caen los anillos
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Eduardo Verbo

Ave César

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Eduardo Verbo

A la princesa Letizia no se le caen los anillos

Letizia, por 'curranta' La noche, aparte de oscura, es dura, durísima. Durisísima y superlativa como Saritísima. Para la curia real y para los plebeyos de andar

Letizia, por 'curranta'

La noche, aparte de oscura, es dura, durísima. Durisísima y superlativa como Saritísima. Para la curia real y para los plebeyos de andar por casa. Letizia, Letizísima, que ha sido súbdita antes que SAR, sabe lo que cuesta limpiarse las legañas con resignación y salir a la calle para levantar al país. Y así se lo hizo saber a los compañeros de la COPE durante su visita a las instalaciones de la cadena de la cancillería eclesiástica. “Yo sé lo que es madrugar. No os olvidéis que trabajé dos años durante la noche y es duro vivir la vida al revés", comentó. Aunque a decir verdad, ella siempre ha sido más de pose post operatorio. Es decir, melena impávida y rostro frígido, por si se saltan los puntos del Bótox (no los suyos), con mayúscula de Bordiú. Es el trabajo de un busto parlante. Por eso, tal vez realizó aquella declaración llevada por el síndrome de Orson Welles. No es que no sea verdad que se levantara pronto, sino que hay periodistas que lo siguen haciendo y no duermen precisamente en una cama de las de Constantino Romero en pleno palacete de El Pardo. Pero, princesa, mucho mejor estas 'perlas' que desafiar a los fotógrafos o reprender a los profesionales que hablan de los centímetros de tacón y no del interés general de la monarquía.

Eva Longoria, por influenciable

Si había una actriz de Hollywood que gustaba mucho en España por su simpatía y cercanía, esa era Eva Longoria. Tan descuidada ella para colgar fotos privadas de la panda de los expatriados castizos en L.A en diferentes redes sociales… No es que ya no siga levantando simpatías, sino que su novio, Eduardo Cruz, ve gigantes, cual Quijote manchego, donde sólo están los mismos que dan pábulo a sus discos, que, por otra parte, alcanzan cotas de popularidad igualables a los de Julio José Iglesias. De ahí el temor de sus seguidores a que se deje llevar por la mala leche de la prole de los Cruz-Bardem, y empiece a morder los micrófonos, como el hijo de Ana Obregón, que ya muerde otras cosas, o a preocuparse por el abolengo de los paparazzis y reporteros que la persiguen a todas partes. ¡Qué gracia tiene Eduardito Cruz entrando en Estados Unidos por la puerta grande! Será cosa de hermanos, porque 'Pe' también tocó el cielo con Tom Cruise -divertida la reverberancia Crus Cruz-, Matthew Mcconaughey, Nicolas Cage…. ‘Mo’ en cambio ha sido más de tirar pa’ casa. Será porque nadie como su madre le pone las mechas con tanto arte. Y es que de Lydia Lozano a Meryl Streep hay un paso.

Cristina Macaya, por 'charlatana'

Valía más por lo que callaba que por lo que contaba, que ya era poco. Cristina Macaya, la gran anfitriona de Mallorca, ha recibido en su casa de Es Canyar a Bill Clinton, Carlos Fuentes, Van Morrison o Jack Nicholson, entre otros muchos, y ha entroncado a tres de sus cuatro hijos con las familias de poderosos empresarios Cisneros, Rodés y Ballvé. Podría escribir una colección entera de libros ilustrados con anécdotas de todos los colores, pero esta mujer, que enviudó a los 28 años, siempre ha dicho que moriría con su historia callada a cuestas. Aunque al parecer se lo ha pensado mejor y ya se codea en la portada de Hola con Isabel Preysler, Marisa de Borbón o Nuria González, amigas además de hologramas andantes. Algunos no entienden este cambio de actitud, porque ella tiene mucho más background que por ejemplo la emperatriz del baldosín, y se supone que la necesidad económica en su caso no es un agravante. Sea como sea, el vestido de Santiago Bandrés que llevó durante la fiesta en compañía del príncipe Carlos y Camilla(que dejó a la mesa en casa) le queda como un guante, aunque el diseñador, que también ha creado algún modelito para la mismísima infanta Elena y Beatriz de Orleans, decida que la prensa del corazón no tiene nada que ver en su ascenso fulgurante al papel cuché. Él que antes cosía para la clase social media-baja. La fama. ¡Ay la fama!

Letizia, por 'curranta'