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Ave César
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La familia folclórica de la princesa Letizia
La familia folclórica de la princesaRumba, la rumba, la rumba... ¡Ay Letizia! Vaya familia más folclórica le ha salido a la Princesa. Del padre de profesión
La familia folclórica de la princesa
Rumba, la rumba, la rumba... ¡Ay Letizia! Vaya familia más folclórica le ha salido a la Princesa. Del padre de profesión liberal y la madre sindicalista hemos pasado a una abuela que ahora se ha metido actriz, a la tita Henar, que no se pierde un sarau -léase con acento asturiano-, y a las primas díscolas: una modelo y otra también actriz de profesión. Ésta última ya puede presumir en su currículum profesional de haber asistido al programa de Jorge Javier Vázquez. Así todo es más interesante y tiene más salero. Claro, aquí la princesa tiene poco que ver, porque uno no elige la familia en la que nace, como tampoco se elige a la suegra, que lo mismo puede ser dulce como Caperucita que malvada como el lobo. Y se temía por los orígenes plebeyos de Eva Sannum. ¡Ay Carmela!
Los estilismos de Sara Carbonero
¡Qué desastre de estilismo el de Sara Carbonero en los TP! Si la periodista fuera Paco Clavel o Fabio Macnamara se le perdonaría todo, todo y todo. Lo mismo daría que se tiñera esa melena Pantene de ‘azul Lucía Bosé’ o de ‘rubio Guti y Arantxa Benito’. O que llevara cuadros y lunares a la vez. Pero como ella va siempre súper ideal de la muerte, pues cómo para equivocarse de outfit. Su estilista debe estar todavía en cama, porque se ha llevado tantos palos como la Casa Real cuando Marichalar salió del Museo de Cera por la puerta de atrás y con una carretilla del Mercamadrid. Pobre, que pensó que luciendo en especie un auténtico pastizal estaba a salvo de los que tanto les gusta ‘de criticar’, que diría Lola Flores. Pero ni con esas. Esa blusa llena de agujeros, por mucho que sea el último grito, lo único que produce son ganas de arrancarse el cuero cabelludo. Por lo demás, todo bien, gracias.
Zaplana no tiene ni pizca de gracia
En el mundo de la política hay mucho soso y mucha sosa suelta. Pero luego hay excepciones. Trillo, por gordo que pueda caer, tiene gracia. Los periodistas que acudían a su casa murciana para degustar los típicos michirones que le salen de rechupete todavía recuerdan sus gracietas. Y las de Trillo, Celia Villalobos o Alfonso Guerra también son fácilmente recordables. Eduardo Zaplana, en cambio, no la tiene. Ni pizca. Pues no está animado el consistorio de Benidorm desde su marcha: todos los días hay mambo, bien con la madre de Leire Pajín como cabeza visible bien con el run run de las Harley’s de primera línea de playa. Refugiado en la empresa privada, el ex ministro ha vuelto a ser noticia: Santiago Segura, que es un tipo también un poco raro, le ofreció un papel en su última película, y éste lo rechazó. ¡Vaya sosería! Mario Conde hizo lo propio y Francisco, un latino lover empedernido, lo aceptó de buen agrado. No hubiese estado mal que Zaplana hubiese dicho que sí al papel de villano de la cuarta entrega de Torrente y, de paso, cargarse esa imagen de político un poco rancio que pesa sobre él. Francisco se podría haber encargado de la banda sonora perfectamente. Un beso para Francisca, la mujer de Francisco.
La familia folclórica de la princesa