Leire Pajín se salva 'por los pelos' de la hoguera

Pajín, por sus pelos

Por una vez en la vida, llevar pelos de chica ye yé -por no decir de loca, que es ministra, oiga- le va a venir bien a Leire Pajín, aunque, que quede clarito, cortarse las puntas o darse unos reflejitos no tiene nada que ver con la afiliación política. En el PP también hay gais y el cinturón de Zapatero, por ejemplo, es de Hermés. Y no pasa nada de nada. La ministra de Sanidad se ha salvado por los pelos de la polémica que esta semana ha protagonizada Ana Botella. La señora burguesita va a la peluquería y al Corte Inglés en coche oficial y repletita de escoltas como si fuera el Papa en Lourdes. La han pillado unos reporteros pillines y ella se ha hecho la sueca. ¡La laca le ha vuelto a jugar una mala pasada a la fiel escudera de Gallardón! Está claro que la contaminación y Botella son como el agua y el aceite. ¿Le prestará su jefe a partir de ahora la tuneladora municipal para esquivar a los periodistas cansinos e incómodos a primera hora de la mañana? Sea como sea, queda claro que es mejor pasarse el cepillito en casa como hace Pajín o la baronesa Thyssen que montar un despliegue sin precedentes para ponerse los rulos. Si al final, Tita va a tener razón. ¡Que le lean los posos a la botella, digo Botella!

El Rey, porque no es de alabastro  

Dicen que hay una camarilla alrededor del Rey que pugna para que el monarca tribute en calidad de figura de alabastro. Sí, como si no sintiese ni padeciese. Pero, la realidad es que por mucha sangre azul que corra por sus venas, don Juan Carlos es de carne y hueso, le guste o no. Durante la recepción al presidente de Chile- ¡Viva Honduras!, diría Trillo para honrarle, apareció con un pequeño hematoma bajo los ojos. La noticia se expandió como la pólvora y el gabinete de prensa de Zarzuela quiso zanjar la controversia alegando que todo se debía a un afecto óptico, la misma explicación que se esgrimió en el caso de los brackets de la princesa, que ya han emigrado al exilio. En el caso de que el moratón no fuera tal, sino fuera producto de un calabacín en mal estado, tampoco habría por lo que preocuparse. Es un signo de salud para la monarquía que el país se preocupe por la salud del jefe de Estado. En el caso de Letizia, es diferente. Obviamente, porque es mucho más joven. Y ella en cambio disfruta con la polémica, que aviva como si de la candela de casa de la abuela Menchu se tratase.

Julio José Iglesias y su boda, ¿pura entelequia?

Que sí, que este año, que no, que el que viene… La boda de Julio José Iglesias Junior y su chica va a resultar tan improbable como el entroncamiento con la Primera Familia de Marujita Díaz, que de haber prosperado su noviazgo con el duque de Cádiz ahora sería prima real y ella sería Maruja XIV. Al final todo resultó ser una pura entelequia. Los publirreportajes en Hola ya no tienen sentido, porque, aunque siga teniendo gracia, el hijo de Preysler ni trabaja ni hace nada por lo que destacar. Si al menos se entregase al ostracismo como hace mamá… Debería aprender de ella, esa gran emperatriz del baldosín, y de su hermana Tamarita Falcó, que llaman la atención de todos huyendo de los fotógrafos por la cocina cuando no les interesa el percal. Eso es marketing puto y duro: que hablen de ti, aunque sea mal. El problema llega cuando ya nadie haba de ti. ¡Pobre Julito! Que se cante algo…