La compasión de la Reina y las infantas con las víctimas de ETA

El primer aniversario del último atentado mortal ejecutado por ETA se cumple hoy. En la inopinada y descuidada geografía mallorquina, entre un consejo de ministros presidido por Zapatero y la llegada de los Reyes, una bomba lapa colocada bajo un vehículo de la Guardia Civil mató al agente mallorquín Diego Salvá Lezaun y a su compañero Carlos Sáenz de Tejada. La madre del primero es la pamplonesa Montserrat Lezaun, que vive en Palma desde que se casó con el urólogo Antonio Salvá.

Licenciada en Derecho y en una rama de Pedagogía, mantiene una entereza ejemplar. Tres rasgos marcaron su acusada personalidad. En el entierro de su hijo en la catedral de Palma, en presencia de los Príncipes, no derramó una lágrima "porque sabía lo que ocurre en las cárceles cuando se produce un atentado y los presos etarras lo celebran. Me dije 'mecachis en la mar, no voy a darles ese gusto si las imágenes se ven en televisión'. Fue una decisión meditada, aunque es duro cuando sale tu hijo en una caja".

En segundo lugar, Montserrat Lezaun rompió el protocolo de un homenaje a las víctimas en Vitoria. Quiso lanzar un mensaje de esperanza "entre el dramatismo angustioso de los testimonios", y manifestó que deseaba ser "durante mucho, mucho tiempo", la madre de la última víctima de ETA. De hecho, la banda no ha vuelto a actuar deliberadamente en todo un año, aunque asesinó a un gendarme en un enfrentamiento en Francia.

Cuesta añadir que la batalladora madre de siete hijos -"vuelven a serlo, porque se ha casado otro de ellos"- tenía razón "afortunadamente". También cuesta no añadirlo, a la vista de su energía contagiosa. Finalmente, la navarra instalada en Mallorca ha vuelto a dar pruebas de su temple, al declarar que "perdono a los asesinos de mi hijo. Tomé esa decisión y si les contara a los asesinos cómo era Diego y me insistieran en que aun así volverían a matarlo, yo les volvería a perdonar".

Lezaun no ha leído todavía los periódicos de los días que siguieron al atentado, ni se ha obsesionado por los detalles escabrosos de una bomba que destrozó materialmente a su hijo y a su compañero. "Los etarras deben estar en la cárcel, no en mi cabeza", aclara, mientras resume el proceso de que sigue su familia. "Estamos aprendiendo a hablar de Diego, incluso riendo. El miembro de la Guardia Civil asesinado se había incorporado después de un gravísimo accidente de moto, que lo tuvo al borde de la muerte y le supuso una costosísima recuperación. Para su madre, Dios le otorgó la oportunidad de despedirse de los suyos.

Encuentro con la Reina, elogios a Rubalcaba

En una crónica de etiqueta veraniega, hay que referir una situación que sólo puede producirse en la Mallorca estival. El pasado agosto Montserrat Lezaun paseaba por la calle Jaume III, el epicentro comercial de Palma, cuando se encontró con la Reina, que iba acompañada de las infantas Elena y Cristina. Doña Sofía le dijo que "la veo a usted muy bien", sólo unos días después del asesinato. La madre de Diego Salvá asegura que "se sorprendió de no verme amargada, yo le hablé de lo arropada que estaba". A las hijas de los Reyes "se les humedecieron los ojos" cuando la madre de la víctima de ETA les aconsejó que disfrutaran del máximo tiempo posible junto a sus hijos. La Reina no le pareció "distante, sino muy cercana".

El contacto se mantuvo en Navidad, "cuando le envié una imagen de un belén con un guardia civil en el portal. Me respondió cariñosamente". De la clase política, guarda un recuerdo especial para Rubalcaba, porque "nos llamó en Navidad a nuestro teléfono particular. Tengo debilidad por este hombre". Un año después, destaca que "yo nunca vi sufrir a mi hijo, que es lo peor que puede sucederle a un padre o a una madre. El sufrimiento de quienes han vivido esa degradación es superior al mío. Además, veo enteros a los míos, y soy un reflejo de cómo está la casa.