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Baleares ocupa la mitad de la revista ¡Hola!
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Matías Vallés

Diario de Robinson

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Baleares ocupa la mitad de la revista ¡Hola!

Será que estoy influido por la película 'Origen', pero me parece estar oyendo los comentarios que consideran injustificado dedicar una crónica diaria al archipiélago balear, que

Será que estoy influido por la película 'Origen', pero me parece estar oyendo los comentarios que consideran injustificado dedicar una crónica diaria al archipiélago balear, que apenas si supone el uno por ciento de la geografía española y el dos por ciento de su población. Máxime cuando el insidioso autor de la narración provecha la mínima oportunidad para deslizar su convicción de que Rajoy no derrotará a Zapatero. Vamos a derribar científicamente estos prejuicios malsanos, aunque nuestro poder no llegue al extremo de teletransportar a La Moncloa al presidente del PP, que navegaba por aguas mallorquinas mientras Aznar hacía quinielas hereditarias en Menorca. Nadie negará que el termómetro de la actualidad y sus vanidades es la revista '¡Hola!' Pues bien, nada menos que la mitad de los contenidos de esa publicación proceden de Baleares. Y estamos hablando del ejemplar cenital de agosto, con el planeta bronceado.

Si nos centramos en la portada de la revista, contiene seis fotografías. Cuatro de ellas están tomadas en Mallorca –un 66 por ciento– y una quinta corresponde a Marta Sánchez en Alicante, pero camino de Ibiza. La sexta ilustración corresponde a Marbella. Para que no se pueda hablar de favoritismos ni de una querencia monotemática, las imágenes recogen a personajes tan distantes como Juan Carlos de Borbón y Letizia Ortiz. El verano mallorquín no sólo está integrado por personas cuya "voz está llena de dinero", por citar al gran Gatsby. Si el ochenta por ciento de la superficie de la primera página no parece argumento empírico suficiente, nos adentramos en el interior de '¡Hola!'. El número analizado consta de 124 páginas, y 49 de ellas están consagradas en su totalidad a Baleares. Y no hablamos exclusivamente de las clásicas Ibiza o Mallorca, ni de la emergente Formentera. También Menorca goza de su oportunidad estelar, gracias al reportaje de Martina Klein con un tenista.

El número que sometemos a escrutinio cuenta con 13 páginas de publicidad. Al descontarlas, el peso escurrido de Baleares en la actualidad española se eleva al 45 por ciento, prácticamente la mitad de '¡Hola!'. A estas alturas habrán desaparecido las reticencias más contumaces, ante un archipiélago con el músculo mediático suficiente para multiplicar por cincuenta su peso demográfico. Sin embargo, vamos al copo, por lo que registramos escrupulosamente a Boris Becker y señora en un sarao marbellí, pero sólo si lo contabilizamos como un préstamo desde su casa en Artà. El tenista alemán no consigue venderla después de haber violado el articulado completo de la normativa urbanística, y de haberse fotografiado junto a la todopoderosa Maria Antònia Munar, la mujer mallorquina más odiada en el resto de España. La lujosa vivienda figura en el catálogo inmobiliario de Matthias Kühn, lo cual aprovechamos para resaltar que el volumen de ocupación mallorquina de '¡Hola!' podría ser mayor, si este número no hubiera suprimido su reportaje semanal sobre el sigfrido germánico y su estupenda novia Norma Duval.

Hasta donde sabemos, la publicidad de Mallorca contenida en la revista es gratuita. Entonces, ¿por qué las autoridades locales insisten en gastar en promoción a través de ridículas campañas, en lugar de mejorar el producto que ofrecen a sus residentes ocasionales? Con estas vías de difusión, no tiene demasiado sentido que el Govern del PP le pagara 600 mil pesetas diarias a Michael Douglas, ni que la izquierda haya elevado esa cifra a un millón diario para Rafael Nadal. Sin ejmbargo, hoy no hablaremos del gobierno. Se trataba únicamente de constatar que el verano es inequívocamente balear, y probablemente nos quedamos cortos.

Será que estoy influido por la película 'Origen', pero me parece estar oyendo los comentarios que consideran injustificado dedicar una crónica diaria al archipiélago balear, que apenas si supone el uno por ciento de la geografía española y el dos por ciento de su población. Máxime cuando el insidioso autor de la narración provecha la mínima oportunidad para deslizar su convicción de que Rajoy no derrotará a Zapatero. Vamos a derribar científicamente estos prejuicios malsanos, aunque nuestro poder no llegue al extremo de teletransportar a La Moncloa al presidente del PP, que navegaba por aguas mallorquinas mientras Aznar hacía quinielas hereditarias en Menorca. Nadie negará que el termómetro de la actualidad y sus vanidades es la revista '¡Hola!' Pues bien, nada menos que la mitad de los contenidos de esa publicación proceden de Baleares. Y estamos hablando del ejemplar cenital de agosto, con el planeta bronceado.

Si nos centramos en la portada de la revista, contiene seis fotografías. Cuatro de ellas están tomadas en Mallorca –un 66 por ciento– y una quinta corresponde a Marta Sánchez en Alicante, pero camino de Ibiza. La sexta ilustración corresponde a Marbella. Para que no se pueda hablar de favoritismos ni de una querencia monotemática, las imágenes recogen a personajes tan distantes como Juan Carlos de Borbón y Letizia Ortiz. El verano mallorquín no sólo está integrado por personas cuya "voz está llena de dinero", por citar al gran Gatsby. Si el ochenta por ciento de la superficie de la primera página no parece argumento empírico suficiente, nos adentramos en el interior de '¡Hola!'. El número analizado consta de 124 páginas, y 49 de ellas están consagradas en su totalidad a Baleares. Y no hablamos exclusivamente de las clásicas Ibiza o Mallorca, ni de la emergente Formentera. También Menorca goza de su oportunidad estelar, gracias al reportaje de Martina Klein con un tenista.

El número que sometemos a escrutinio cuenta con 13 páginas de publicidad. Al descontarlas, el peso escurrido de Baleares en la actualidad española se eleva al 45 por ciento, prácticamente la mitad de '¡Hola!'. A estas alturas habrán desaparecido las reticencias más contumaces, ante un archipiélago con el músculo mediático suficiente para multiplicar por cincuenta su peso demográfico. Sin embargo, vamos al copo, por lo que registramos escrupulosamente a Boris Becker y señora en un sarao marbellí, pero sólo si lo contabilizamos como un préstamo desde su casa en Artà. El tenista alemán no consigue venderla después de haber violado el articulado completo de la normativa urbanística, y de haberse fotografiado junto a la todopoderosa Maria Antònia Munar, la mujer mallorquina más odiada en el resto de España. La lujosa vivienda figura en el catálogo inmobiliario de Matthias Kühn, lo cual aprovechamos para resaltar que el volumen de ocupación mallorquina de '¡Hola!' podría ser mayor, si este número no hubiera suprimido su reportaje semanal sobre el sigfrido germánico y su estupenda novia Norma Duval.

Hasta donde sabemos, la publicidad de Mallorca contenida en la revista es gratuita. Entonces, ¿por qué las autoridades locales insisten en gastar en promoción a través de ridículas campañas, en lugar de mejorar el producto que ofrecen a sus residentes ocasionales? Con estas vías de difusión, no tiene demasiado sentido que el Govern del PP le pagara 600 mil pesetas diarias a Michael Douglas, ni que la izquierda haya elevado esa cifra a un millón diario para Rafael Nadal. Sin ejmbargo, hoy no hablaremos del gobierno. Se trataba únicamente de constatar que el verano es inequívocamente balear, y probablemente nos quedamos cortos.