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Mario Vargas Llosa se encuentra con Pantaleón en Mallorca
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Matías Vallés

Diario de Robinson

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Mario Vargas Llosa se encuentra con Pantaleón en Mallorca

Si a un joven escritor le prometieran que se reencontraría cuarenta años después con la geografía donde escribió una de sus novelas más significativas, le horrorizaría

Si a un joven escritor le prometieran que se reencontraría cuarenta años después con la geografía donde escribió una de sus novelas más significativas, le horrorizaría la previsión de una cita que le anticipaba su otoño. Por supuesto, la situación cambia cuando el regreso al origen se contempla desde el otro extremo del periplo vital. Sirva el introito como anuncio de que Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa –prima y segunda esposa del escritor– llevan una semana descansando en el paraíso de Formentor, dicho sea con perdón del adefesio que Alfonso Cortina se ha construido en la zona. En el hotel que hoy pertenece al grupo Barceló, el novelista peruano escribió en 1972 'Pantaleón y las visitadoras', la deliciosa farsa con trasfondo político, perdón por la redundancia. Las vacaciones han complementando la conmemoración personal con un acto semioficial, consistente en la instalación de una placa que vincula al establecimiento con la obra capìtal de la literatura en castellano.

Las casi cuatro décadas transcurridas no deben conducir al espejismo de que Vargas Llosa es un extraño o un visitante ocasional en la isla. No sólo fue asiduo en el cuarto de siglo que va de 1968 a 1993, sino que ahora mismo debería estar empadronado en la villa mallorquina de Deià –Robert Graves, Cortázar, Richard Branson, Lady Di, Mike Oldfield, Andrew Lloyd Webber, Helmut Swarovski– de haber cuajado una gestión inmobiliaria destinada a adquirir una propiedad en ese montañoso municipio. La expedición en busca de una casa estuvo encabezada en 1991 por Carmen Balcells, la todopoderosa agente literaria que acaba de festejar su octogésimo cumpleaños y a quien tres escritores latinoamericanos apellidados Vargas Llosa, García Márquez y Fuentes convencieron de que debía representar sus intereses en España. Como recordaba Carlos Fuentes en Mallorca a principios de este mes, "no queríamos que un norteamericano fuera nuestro intermediario aquí".

El viaje en busca de una casa mallorquina para Vargas Llosa se llevó a cabo de riguroso incógnito. El escritor y su agente contactaron con el alcalde de Deià y con otros profesionales del sector, pero una cuestión de espacio frustró la operación. El autor de `La fiesta del chivo' precisaba del espacio suficiente para albergar su nutrida biblioteca, un obstáculo que parece un contrasentido en los tiempos de Internet pero que por entonces se erigió en obstáculo insalvable. El interés del escritor era tan acentuado que cuando este periodista –o lo que sea– telefoneó a Balcells para confirmar la información, la agente catalana le preguntó con avidez "¿tú conoces alguna casa?" Por supuesto, las autoridades no intervinieron para facilitar el desembarco de uno de los mayores intelectuales contemporáneos. Mallorca, la isla que puede prescindir de Mario Vargas Llosa.

Los Vargas Llosa se han alojado en un hotel frecuentado por el propio Fuentes o en su día por Octavio Paz. El Formentor está signado por los encuentros literarios organizados por Camilo José Cela y que significaron el lanzamiento internacional de un tal Jorge Luis Borges, cuando fue galardonado con el Premio Formentor. También Henry Miller se alojó en el establecimiento, en tanto que Alfredo Bryce Echenique ha visitado con frecuencia el chalet en la urbanización colindante del hombre de negocios peruano Lucho León. Si su compatriota escribió 'Pantaleón y las visitadoras' en el hotel, él había redactado 'No me esperen en abril' y 'La amigdalitis de Tarzán' al borde de una escueta escribanía de mimbre. He servido de guía del novelista limeño por las enrevesadas curvas de la península situada al norte de la isla. Mi copiloto abominaba de los escritores latinoamericanos que se proclamaban premios Nobel en potencia, y rindió un hermoso homenaje a la isla. "Si llega el Apocalipsis, que me pille en Mallorca".

Si a un joven escritor le prometieran que se reencontraría cuarenta años después con la geografía donde escribió una de sus novelas más significativas, le horrorizaría la previsión de una cita que le anticipaba su otoño. Por supuesto, la situación cambia cuando el regreso al origen se contempla desde el otro extremo del periplo vital. Sirva el introito como anuncio de que Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa –prima y segunda esposa del escritor– llevan una semana descansando en el paraíso de Formentor, dicho sea con perdón del adefesio que Alfonso Cortina se ha construido en la zona. En el hotel que hoy pertenece al grupo Barceló, el novelista peruano escribió en 1972 'Pantaleón y las visitadoras', la deliciosa farsa con trasfondo político, perdón por la redundancia. Las vacaciones han complementando la conmemoración personal con un acto semioficial, consistente en la instalación de una placa que vincula al establecimiento con la obra capìtal de la literatura en castellano.

Las casi cuatro décadas transcurridas no deben conducir al espejismo de que Vargas Llosa es un extraño o un visitante ocasional en la isla. No sólo fue asiduo en el cuarto de siglo que va de 1968 a 1993, sino que ahora mismo debería estar empadronado en la villa mallorquina de Deià –Robert Graves, Cortázar, Richard Branson, Lady Di, Mike Oldfield, Andrew Lloyd Webber, Helmut Swarovski– de haber cuajado una gestión inmobiliaria destinada a adquirir una propiedad en ese montañoso municipio. La expedición en busca de una casa estuvo encabezada en 1991 por Carmen Balcells, la todopoderosa agente literaria que acaba de festejar su octogésimo cumpleaños y a quien tres escritores latinoamericanos apellidados Vargas Llosa, García Márquez y Fuentes convencieron de que debía representar sus intereses en España. Como recordaba Carlos Fuentes en Mallorca a principios de este mes, "no queríamos que un norteamericano fuera nuestro intermediario aquí".

El viaje en busca de una casa mallorquina para Vargas Llosa se llevó a cabo de riguroso incógnito. El escritor y su agente contactaron con el alcalde de Deià y con otros profesionales del sector, pero una cuestión de espacio frustró la operación. El autor de `La fiesta del chivo' precisaba del espacio suficiente para albergar su nutrida biblioteca, un obstáculo que parece un contrasentido en los tiempos de Internet pero que por entonces se erigió en obstáculo insalvable. El interés del escritor era tan acentuado que cuando este periodista –o lo que sea– telefoneó a Balcells para confirmar la información, la agente catalana le preguntó con avidez "¿tú conoces alguna casa?" Por supuesto, las autoridades no intervinieron para facilitar el desembarco de uno de los mayores intelectuales contemporáneos. Mallorca, la isla que puede prescindir de Mario Vargas Llosa.

Los Vargas Llosa se han alojado en un hotel frecuentado por el propio Fuentes o en su día por Octavio Paz. El Formentor está signado por los encuentros literarios organizados por Camilo José Cela y que significaron el lanzamiento internacional de un tal Jorge Luis Borges, cuando fue galardonado con el Premio Formentor. También Henry Miller se alojó en el establecimiento, en tanto que Alfredo Bryce Echenique ha visitado con frecuencia el chalet en la urbanización colindante del hombre de negocios peruano Lucho León. Si su compatriota escribió 'Pantaleón y las visitadoras' en el hotel, él había redactado 'No me esperen en abril' y 'La amigdalitis de Tarzán' al borde de una escueta escribanía de mimbre. He servido de guía del novelista limeño por las enrevesadas curvas de la península situada al norte de la isla. Mi copiloto abominaba de los escritores latinoamericanos que se proclamaban premios Nobel en potencia, y rindió un hermoso homenaje a la isla. "Si llega el Apocalipsis, que me pille en Mallorca".