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Se necesita yate real de protección oficial
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Matías Vallés

Diario de Robinson

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Se necesita yate real de protección oficial

La austeridad es el impuesto más oneroso que la crisis ha cargado sobre las clases opulentas, y será el único si depende de Zapatero. El ahorro

La austeridad es el impuesto más oneroso que la crisis ha cargado sobre las clases opulentas, y será el único si depende de Zapatero. El ahorro le encaja a los pobres -que hoy somos casi todos- de modo natural y les sienta como un guante, pero ha ocasionado quebraderos de cabeza en el veraneo de la Familia Real. Al igual que ocurre con todos los poderes simbólicos, la monarquía exige aparato y dispendio para mantener la hoguera de la fascinación. Y ningún signo externo cumplía con ese objetivo como el nuevo yate Fortuna, valorado en decenas de millones de euros. Sin embargo, este verano zarpa a escondidas y en contadas ocasiones.

Difícilmente repetirá su peripecia de un par de veranos atrás, cuando la familia Urdangarín tuvo que refugiarse en el puerto de Sóller ante el furor de una tormenta, lo cual permitió comprobar que el uso del yate regalado a Juan Carlos de Borbón por un grupo de empresarios altruistas no sólo se transmite en línea directa. Estas consideraciones no afectan excesivamente al Rey, que hace unos años cambió la navegación por la caza con rifles de alta precisión obsequiados por jeques árabes, y que este verano ha desaparecido de Mallorca en cuanto cumplió con Obama y las audiencias de rigor.

Villa Certosa y el yate Fortuna son las propiedades más radiactivas del verano, los chernobyles que vulneran el decreto universal de austeridad. Sin embargo, el Rey se deshizo del predecesor de su actual navío porque renqueaba y ya no cumplía con su función ostentatoria, desde que tuvo que ser remolcado por un pesquero con los príncipes de Gales a bordo -del yate, no del pesquero-. Hasta el austero Felipe González se sumó a la campaña para el recambio de la embarcación, y así lo manifestó públicamente tras una audiencia en Marivent. Aquella ansiedad no se compadece con las singladuras clandestinas de este verano, utilizando un orgulloso barco que se mantiene a buen recaudo en su arcón en tierra firme, situado a unos pasos de la residencia veraniega de la Familia Real.

Yate fantasma

En los atardeceres de septiembre, era habitual divisar al Rey al timón del Fortuna, regresando de una singladura en solitario. La estampa señalaba que habían comenzado sus auténticas vacaciones, ya sin el despliegue de un millar de personas para su seguridad, y sin la engorrosa agenda de agosto. Esa imagen se ha esfumado, al igual que el relajado protocolo de embarque que seguían los miembros de la Familia Real bajo los objetivos de los reporteros gráficos. El Fortuna de lujo es hoy un yate fantasma, que sólo viola la dictadura de la austeridad en navegaciones esporádicas. Su atractivo permanece intacto, y de ahí los numerosos viajeros que ha transportado este verano, hasta el punto de asemejarse a una embarcación de refugiados.

O se suspende temporalmente la austeridad o se busca un yate real de protección oficial, con la modestia suficiente para que no genere recelos, aunque tampoco la magia que requiere una Familia Real. Cuando veraneaba en Menorca, Aznar se paseaba a bordo de un escueto llaüt, la pintoresca embarcación pesquera de la zona. El Fortuna es hoy más comprometedor que el Azor franquista, reciclado por González bajo el mandato de la austeridad y en medio de una bronca fenomenal.

Para minimizar el impacto visual de un periplo en yate de lujo en un país con cuatro millones de parados, los residentes de Marivent se han refugiado con frecuencia en la lancha Somni, de dimensiones más modestas. Sin embargo, a menudo se ha visto a la Reina encajonada entre sus numerosos invitados en esa embarcación, a riesgo de que vuelque y, a fuerza de tanto ahorrar, se suscite un conflicto diplomático. A cambio de la publicidad del coche eléctrico y del ejemplo de sobriedad al degustar un helado en familia en plena calle del centro de Palma, tal vez habría que tolerar o incluso alentar el uso regio del Fortuna. Y que rabien los jefes de Estado que no se lo pueden permitir.

La austeridad es el impuesto más oneroso que la crisis ha cargado sobre las clases opulentas, y será el único si depende de Zapatero. El ahorro le encaja a los pobres -que hoy somos casi todos- de modo natural y les sienta como un guante, pero ha ocasionado quebraderos de cabeza en el veraneo de la Familia Real. Al igual que ocurre con todos los poderes simbólicos, la monarquía exige aparato y dispendio para mantener la hoguera de la fascinación. Y ningún signo externo cumplía con ese objetivo como el nuevo yate Fortuna, valorado en decenas de millones de euros. Sin embargo, este verano zarpa a escondidas y en contadas ocasiones.