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Incluso Jaume Matas veranea en Mallorca
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Matías Vallés

Diario de Robinson

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Incluso Jaume Matas veranea en Mallorca

No cabe extrañarse de que las estadísticas de turistas se hayan disparado, porque incluso Jaume Matas veranea en Mallorca. Ha elegido una de las numerosas viviendas

No cabe extrañarse de que las estadísticas de turistas se hayan disparado, porque incluso Jaume Matas veranea en Mallorca. Ha elegido una de las numerosas viviendas que fue amasando mientras se sacrificaba por sus ciudadanos en el servicio público de la política. Residía en Estados Unidos a todo tren, tenía un pisazo en Madrid que el juez considera de su propiedad, y se compró un palacete valorado en cientos de millones de pesetas que confesó haber decorado con cientos de miles de euros en negro. Sin embargo, esas residencias no reúnen las condiciones idóneas para sortear el estío, por lo que el ex president de Baleares y ex ministro de Aznar dispone asimismo de unos apartamentos volcados al mar, en la costa sur de la isla. Todo ello, salido de los modestos salarios públicos.

A quién puede extrañarle que entre los ochenta mil parados de Baleares, por no hablar de quienes conservan el puesto de trabajo y cotizan religiosamente a Hacienda, surja algún espontáneo que le recrimine, en plena calle y de viva voz, los aciertos de una gestión plasmada en un récord nacional de imputaciones penales. No importa, Matas también encontró tres millones de euros en un fin de semana para pagar la fianza. Calcule los intereses de esa suma y acomode el imperio inmobiliario y el ritmo de vida a una declaración fiscal -aireada por el propio interesado- con ingresos de cien mil euros y que en algún año le salió a devolver. Hay que entregar las riendas de la economía a personajes así.

Si ha venido incluso la reina Noor de Jordania, por qué Mallorca no iba a extender su manto hospitalario a Matas, el político cuyos manejos han otorgado popularidad a la isla en todo el mundo. Eso sí, nadie le acusará al poliimputado president de haber actuado en solitario, o de no haber compartido las prebendas del poder, o de no haber adiestrado a sus subordinados en la administración prodigiosa de sus escuetos salarios. Por algo hay ahora mismo cuatro altos cargos de su legislatura en la cárcel de Palma, con sentencia firme del Tribunal Supremo en todos los casos. El ex ministro está dispensado de esa triste suerte por los tres millones de euros citados -¿qué patrimonio se necesita para que un banco se arriesgue a afianzar esa suma?-, aunque el juez le comunicó que fue un ser afortunado, por el hecho de que la fiscalía le ofreciera una alternativa económica al ingreso en prisión.

Plaga de saqueadores

Con decenas de imputados en su Ejecutivo autónomo, nadie duda de que Matas creó escuela. De hecho, Baleares es la única comunidad que presenta más casos de corrupción que de gripe A. La incidencia y la saña del virus biológico fueron más suaves de lo pronosticado, frente a la epifanía imparable de una plaga de saqueadores. También el número de vacunados contra las prácticas corruptas es inferior a la escasa proporción de ciudadanos que se inmunizaron contra el H1N1. Y si mis lectores más suspicaces, que son todos, pretenden acusarme de parcialidad por no adjuntar a los corruptos de Unión Mallorquina, no querrán comparar un oscuro partido regionalista con el portaviones del PP. Por no hablar de que los escándalos de Maria Antònia Munar y sus secuaces se produjeron con el apoyo explícito de los populares. En la votación de cada corrupción se elevaban solícitas 16 manos aprobatorias de parlamentarios del partido de Matas.

Y si lo anterior le parece duro, recuerde que nadie habla hoy peor de Matas que los dirigentes y miembros del PP balear, que luchan infructuosamente por liberarse de su estela. De hecho, la denuncia ante la fiscalía anticorrupción contra el ex president fue materializada por un grupo de votantes acérrimos de la derecha, indignados por la divergencia entre la fortuna personal de su líder y la mala suerte del partido que encabezaba.

No cabe extrañarse de que las estadísticas de turistas se hayan disparado, porque incluso Jaume Matas veranea en Mallorca. Ha elegido una de las numerosas viviendas que fue amasando mientras se sacrificaba por sus ciudadanos en el servicio público de la política. Residía en Estados Unidos a todo tren, tenía un pisazo en Madrid que el juez considera de su propiedad, y se compró un palacete valorado en cientos de millones de pesetas que confesó haber decorado con cientos de miles de euros en negro. Sin embargo, esas residencias no reúnen las condiciones idóneas para sortear el estío, por lo que el ex president de Baleares y ex ministro de Aznar dispone asimismo de unos apartamentos volcados al mar, en la costa sur de la isla. Todo ello, salido de los modestos salarios públicos.