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Los perritos perfumados de Paulina
La boda mexicana de Paulina y Colate sigue dando de sí. Ensombrecida momentáneamente por el nacimiento de la Infanta Sofía, con el paso de las semanas
La boda mexicana de Paulina y Colate sigue dando de sí. Ensombrecida momentáneamente por el nacimiento de la Infanta Sofía, con el paso de las semanas ha sido posible analizar contenido y continente. Y por supuesto recabar información de los invitados, que si no cuentan la experiencia se mueren. Empiezan siendo discretos y acaban cantando La Traviata. “Vamos a ver –me espeta una bella oficial-, si voy y luego no lo cuento ¿Para qué me sirve ir?”. Pues tiene razón. Algo parecido le ocurrió a Luis Miguel Dominguín con Ava Gardner. Tras pasar la primera noche con la actriz salió disparado para informar a sus colegas de su nueva conquista. Al acusarle de poco caballero, el torero explicó: “No merece la pena conquistar a una mujer de primera si después no se lo puedes contar a los amigos”. En el caso del bodón ocurrió algo parecido. A la vuelta hubo cenas y meriendas para dar el parte social.
Para abrir boca lo más espectacular fueron los tres perritos que forman parte de la familia y posaron casi con más encanto y destreza que algunos invitados. Sobre todo Mirindi, la titular en los afectos de Paulina que, sin embargo, no se lleva bien con Colate, al que ladra cuando lo ve cerca. Por cierto, el nombre se lo puso su dueña por el parecido con Miranda, la mujer de Julio Iglesias. Al menos eso cuentan los amigos. Respecto al otro, Philipo, fue un regalo de Pocholo Martínez-Bordiú para ver si de esa manera Mirindi dejaba de molestar al entonces novio y ahora ya señor de Paulina Rubio. Perfumados, oliendo a gardenia, con el pelo limpio, cardado y algodonoso, muy al estilo de la duquesa de Alba, los perritos formaron parte del elenco nupcial. Incluso llegaron a posar para la exclusiva con una soltura digna de estrellas del celuloide.
Otra de las situaciones más comentadas antes, durante y después de la boda por los invitados, fue el tonteo facilón de Juan Gómez Acebo con Adriana Frade, la hija del marido irritable de Norma Duval. Las fotos oficiales nada tenían que ver con las imágenes robadas que más tarde han emitido las televisiones. En las primeras, al sobrino real se le veía acompañado de su hermana Simoneta o con el cuñado Fernández Sastrón en plan de pobre chico que le ha dejado la novia y hay que arroparle. En las robadas, sin embargo, aparecía como La flor de la canela o, mejor dicho, como en Amarraditos con Adriana en diferentes escenarios. A saber: tumbona compartida, besos diurnos en el agua y nocturnos a luz de las antorchas de la cena pre y post nupcial. Por si no recuerdan, una estrofa de la canción que tan bien interpreta María Dolores Pradera, y que tarareaban algunos de los invitados, dice así: “La gente nos mira con envidia por la calle, murmuran las vecinas, los amigos y el alcalde…".
No pasaría nada si no fuera porque el muchacho, tras su ruptura sentimental con la novia de cinco años, se había vuelto a dar una oportunidad con ella. Al menos así lo creía el entorno más cercano, que es quien me lo filtra. Y sobre todo la propia interesada, Gabriela. Todos los comentarios sobre ella coinciden en que es una chica diez. Estupenda, encantadora, muy trabajadora y abogada de profesión. Se da la circunstancia de que además es hija de Javier de la Rosa. Y hasta aquí, como decían en el juego del Un, dos, tres, puedo leer.
Amigos comunes de la ex pareja están que trinan porque consideran que J. G. A. no tenía necesidad de tanta expansión emocional, teniendo en cuenta, además, que a cada invitado le tocaban dos paparazzis por barba. Con lo cual la pillada era fija. Otra cosa es que Adriana Frade, soltera y sin compromiso conocido, desconociera la situación emocional de Juan. En el caso de que la ruptura con Gaby fuera anterior al viaje, los amigos insisten en que debería haber esperado un tiempo para retomar nuevos afectos. Al menos –me dicen- con un poco más de discreción. En fin, cosas del calor y, sobre todo, del efecto caribe. Si la boda se hubiera celebrado en Alaska seguro que la expansión hormonal habría resultado más lenta. Un punto que también llamó poderosamente la atención de muchos invitados españoles, y así lo reconocieron, fue que la fiereza de los paparazzis mexicanos, que es inmensamente más intensa que la de los profesionales nacionales.
El solomillo de Joan Gaspar
Y de boda a boda, como en el juego de la oca. En este caso no hubo filtraciones, ni espías, ni perritos peinados, perfumados y maquillados como si fueran vedettes. Solo amigos fieles que quisieron estar ese día al lado de sus amigos Ana y Carlos Buch, ella hija del empresario Camilo Rodríguez Araque y Ana Marta Medrano, y él, ahijado de Joan Gaspar, ex presidente del Barça. Entre los invitados estaban Mario Conde y su mujer Lourdes Arroyo, una mujer espléndida e intuitiva que reconoció desde el primer día a los enemigos de su marido cuando éste creía -o se lo hicieron creer- el amo del mundo. A diferencia de otros seudoíntimos, que cuando llegaron los momentos malos, desaparecieron de la orbita del ex banquero y si te he visto no me acuerdo, los Rodríguez Araque y su familia quisieron compartir con el matrimonio Conde-Arroyo un día tan señalado como fue la boda de Ana, la primera hija casadera.
La celebración se organizó en 'La Muñoza', una finca donde Carmen Cafranga tiene su fundación y donde el dinero que se recauda va a parar a sus “niños discapacitados”. Precisamente en este lugar le organizaron hace unos años los amigos y los hijos a Concha Tallada, ex de Juan Vilallonga, una fiesta sorpresa por su cincuenta cumpleaños. Fue una reunión de apoyo y solidaridad a la que asistieron prácticamente la mayoría de la plana mayor del PP encabezada por Aznar y Ana Botella. Las maneras que tuvo el ex presidente de Telefónica de plantear su separación conyugal no fueron nada delicadas. De ahí el cariño incondicional del, hasta ese momento, compartido círculo de amistades.
El menú de boda estaba confeccionado por el catering Prats Fatjo, propiedad del padrino del novio, Joan Gaspar. Su hijo Juanon y Javier Buch Balcells, que lo dirigen, supervisaron hasta el último detalle. Primero hubo un cóctel sorprendente a base de aperitivos imaginativos como langostinos rebozados en fideos de arroz o acelgas rellenas de mascarpone. Dicho así suena raro, pero ya lo quisieran ofrecer ciertos cocineros mediáticos que investigan mucho pero producen poco. La cena, extraordinaria. Un primer plato de bogavante con gazpacho, servido éste en jarritas individuales. Después un solomillo con nido de pipas y pistachos. Como dato curioso cada comensal pudo elegir como quería la carne: poco, al punto o muy hecha. Un detalle complicado teniendo en cuenta que no era una cena para dos, sino para ciento cincuenta invitados. De postre, pastel de chocolate relleno de cacao fundido.
Me chivaron además que no es más caro que otros caterings cuyos organizadores van de divinos. Entre los invitados estaban Eduardo Serra y Ludel Municio, Josemi Rodríguez Sieiro, la abogada mediática Teresa Bueyes, los periodistas Carlos Pérez Jimeno y Alfonso Ussia, Pilar Hornedo, José María Amusátegui y Amalia, Gonzalo Hinojosa y Elena, Antonio Silva y Nena Hernández Mancha… Hubo un único problema: de madrugada el Dj no encontró Paquito chocolatero y tampoco hubo conga.
Más arriba les hablaba de Ava Garner y de su relación con el torero Dominguín, tío abuelo de Francisco Rivera del que seguramente éste heredó el gen de la seducción del que, tanto uno como otro, han hecho gala en espacios y tiempos diferentes. Francisco, reconvertido en caballero fiel y protector desde que se emparejó con Blanca Martínez de Irujo, ha dejado paso en eso de bailar cada día con una a su hermano Cayetano. Soltero y sin compromiso aparente, ha conseguido que sus amoríos sólo los conozca su entorno más cercano, salvo que la señorita del momento se sienta despechada y lo cuente públicamente, que también tiene todo su derecho. Si el tío abuelo largaba, ¿por qué no ellas?
Todo esto viene a cuento de dos cosas. La primera es que Cayetano, aparte de hacerle sombra a su hermano, se ha convertido en el muso de los grandes costureros. Si hace unos meses desfiló para Armani en la pasarela de Milán, ahora puede convertirse en la fuente de inspiración de John Galiano. El diseñador de Chez Dior ha compartido jornadas sevillanas con Cayetano y sus amigos. Primero, un almuerzo típicamente andaluz, y, después, tarde en el campo, donde le organizaron un tentadero. Galiano quedó encantado de la jornada festiva y seguramente con inspiración para su nueva colección. ¿Será Cayetano el nuevo icono de la firma francesa?
La boda mexicana de Paulina y Colate sigue dando de sí. Ensombrecida momentáneamente por el nacimiento de la Infanta Sofía, con el paso de las semanas ha sido posible analizar contenido y continente. Y por supuesto recabar información de los invitados, que si no cuentan la experiencia se mueren. Empiezan siendo discretos y acaban cantando La Traviata. “Vamos a ver –me espeta una bella oficial-, si voy y luego no lo cuento ¿Para qué me sirve ir?”. Pues tiene razón. Algo parecido le ocurrió a Luis Miguel Dominguín con Ava Gardner. Tras pasar la primera noche con la actriz salió disparado para informar a sus colegas de su nueva conquista. Al acusarle de poco caballero, el torero explicó: “No merece la pena conquistar a una mujer de primera si después no se lo puedes contar a los amigos”. En el caso del bodón ocurrió algo parecido. A la vuelta hubo cenas y meriendas para dar el parte social.