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El mango de Jesulín
El nacimiento del “machote”, como así anunció el torero la llegada al mundo de Jesulín II, ha servido para que el mundo Ambiciones se reorganice. Es
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El nacimiento del “machote”, como así anunció el torero la llegada al mundo de Jesulín II, ha servido para que el mundo Ambiciones se reorganice. Es decir, para que los miembros colaterales que hasta ahora han tenido un protagonismo mediático exagerado vuelvan a sus cavernas de donde seguramente no tendrían que haber salido. Las hazañas amorosas del padre Humberto Janeiro, paseando novias, amantes, amigas y conocidas de la zona o de alrededores para cobrar la exclusiva correspondiente, le convirtieron en una figura singular del área que bien podría definirse como paranormal. Ejercía de play boy de merendero casi con similar actitud provocadora -salvando las distancias- de Philipe Junot cuando coronaba a Carolina con las misma astas que las del padre del cervatillo Bambi. La madre Carmen Bazán lloraba por los rincones como La Zarzamora hasta que decidió dar su cambio radical, someterse a una operación de cirugía estética y hacer suyo el grito de guerra del peluquero Ruphert: “A triunfar, bonita”. Empezó a vestirse con transparencias, lucía chaquetas ajustadas, cambió de peluquero y de peinado, y nunca más volvió a parecerse al Cristóbal Colón del Museo de Cera de Madrid. Descubrió lo divertido que puede ser tomarse un gin tonic, jugar un cartoncito de bingo y viajar por el mundo exterior con su hija Carmen, la única que tuvo narices para plantar cara a su padre y cantarle las cuarenta en público y en privado.
A todo esto, Jesulín se peleaba día sí y día también con la prensa que no le pagaba, su mujer María José Campanario desfilaba por los juzgados para testificar por un presunto delito contra la seguridad social y Belén Esteban se convertía en la replicante cum laudo. De pronto, todo cambia y el torero permite que un equipo de televisión capitaneado por la periodista Toñi Moreno entrara en su vida cotidiana. A diferencia de otras ocasiones, donde hasta llegó a comercializar las contracciones de parto, esta vez, y gracias al poder de convicción de Moreno, fue gratis total. Durante cuatro meses se convierten en su sombra para realizar un documental donde confirma por primera vez lo que muchos intuíamos. Por fin Jesulín había decidido tomar la sartén por el mango y apartar de su lado lisonjeros profesionales –incluido el padre- que hasta hace muy poco vivían de él y de su hacienda. Esos mismos que le ofrecían coches de superlujo, que por supuesto él pagaba sin enterarse de a cuanto estaba el gramo de embellecedor o el metro de piel del asiento. La cantinela era “tener contento al maestro” a cambio de lo que fuera. Quien de verdad le ayudó fue su actual apoderado José Luis Segura, con el que firmó un contrato de apretón de manos en un bar. Según sus propias palabras: “José Luis nunca me ha visto como un negocio y no me ha robado nada”. ¿Imaginan, en cambio, quién sí le sisaba?
Cuando empezó a torear a los 13 años, él hubiera preferido ser futbolista y fue precisamente el padre el que decidió por él. Por lo que cuenta la leyenda casi le obligó y las malas tardes se pagaban con castigos físicos. El accidente de tráfico en el 2003 le cambio la vida. Hay un antes y un después que coincide con la decisión, entre otras cosas, de poner orden en sus finanzas, que estaban casi al borde del abismo. Se fue a ver al gestor y, en una entrevista que bien podría haber sucedido en estos términos, le dijo: “ Yo, qué dinero tengo, qué debo, cuánto me queda si pago las deudas y cuántas tardes más necesito para poder vivir de las rentas”. Tras hacer números decidió que tenía que volver a torear. Como así hizo, aunque con un importante riesgo. Una mala caída o una cogida sin importancia para otros, a él le podía postrar en una silla de ruedas para siempre. Solventado el tema económico, anunció su retirada.
En esto momento el torero no tiene deudas. El Parador Nacional en forma de finca Ambiciones ya no tiene hipoteca. No da dinero, pero tampoco cuesta. Posee una buena ganadería, pisos, naves en alquiler y negocios inmobiliarios en la zona de Castellón. Según el documental el torero vive cómodamente pero sin ostentación. La finca dejó de parecer un concesionario de coches y ahora es el reducto familiar de los fines de semana. Jesulín de Ubrique no sólo tiene el mango, sino también la sartén.
El nacimiento del “machote”, como así anunció el torero la llegada al mundo de Jesulín II, ha servido para que el mundo Ambiciones se reorganice. Es decir, para que los miembros colaterales que hasta ahora han tenido un protagonismo mediático exagerado vuelvan a sus cavernas de donde seguramente no tendrían que haber salido. Las hazañas amorosas del padre Humberto Janeiro, paseando novias, amantes, amigas y conocidas de la zona o de alrededores para cobrar la exclusiva correspondiente, le convirtieron en una figura singular del área que bien podría definirse como paranormal. Ejercía de play boy de merendero casi con similar actitud provocadora -salvando las distancias- de Philipe Junot cuando coronaba a Carolina con las misma astas que las del padre del cervatillo Bambi. La madre Carmen Bazán lloraba por los rincones como La Zarzamora hasta que decidió dar su cambio radical, someterse a una operación de cirugía estética y hacer suyo el grito de guerra del peluquero Ruphert: “A triunfar, bonita”. Empezó a vestirse con transparencias, lucía chaquetas ajustadas, cambió de peluquero y de peinado, y nunca más volvió a parecerse al Cristóbal Colón del Museo de Cera de Madrid. Descubrió lo divertido que puede ser tomarse un gin tonic, jugar un cartoncito de bingo y viajar por el mundo exterior con su hija Carmen, la única que tuvo narices para plantar cara a su padre y cantarle las cuarenta en público y en privado.