Doña Sofía propuso a Paloma Rocasolano como madrina de la Infanta

Infanta de España y Alteza Real nada más nacer, el bebé Sofía apareció ayer de nuevo tras dos meses y medio guardada a cal y canto en la residencia familiar del Pardo. “La casa de los bambis”, como la denominan los primos Urdangarín y Marichalar, se encuentra a tiro de piedra del palacio de la Zarzuela. Hasta allí se trasladó la familia Borbón Ortiz, más los abuelos y bisabuelos maternos, la hermana Telma -cuyas vacaciones coinciden con el final del proyecto en Filipinas-, la prima Carla y el resto de parientes Ortiz Rocasolano.

Algunos de ellos participaron previamente en el almuerzo dominical que suele organizar la princesa para los suyos y al que algunas veces acuden también amigos íntimos de la pareja. Aunque para las amistades suelen reservar las tardes-noches con sesión de cine y palomitas (fabricadas en el palomitón industrial que le regaló el tío Rocasolano que vive en Bélgica como obsequio de boda). Al menos, así era antes de la llegada al mundo de la heredera y su nueva hermana.

La fecha elegida para el bautizo, un día antes de la Virgen del Carmen, tiene su simbología unida a la tradición marinera de la familia Borbón. El conde de Barcelona, por ejemplo, iniciaba y terminaba las jornadas de navegación entonando la Salve Marinera.

Con bastante retraso sobre el horario previsto se inició la sesión fotográfica anterior a la ceremonia. La princesa Letizia explico que “la niña (me) come muy bien, (me) duerme muy bien, es preciosa y pesa y mide más que su hermana a la misma edad”. El me no lo dijo al princesa pero casi, porque continúa con la misma estructura maternal que con Leonor. Es decir, no soltar a la Infantita ni para el besamanos. La hermana mayor bien podría protagonizar el anuncio de Ikea – el de la república independiente de mi casa-, por aquello de que continúa marcando diferencias y, sobre todo, con la querencia a los que fueron compañeros de mamá. Hasta ahora, en todos los posados públicos la niña no le hace ascos a los redactores y fotógrafos, sino todo lo contrario.

A continuación, con la fresca, la recién nacida se convertía en la protagonista de la ceremonia oficiada por el cardenal Rouco Varela, ayudado por el arzobispo castrense de España, Francisco Pérez González. El sacerdote usó una concha de cristianar realizada en plata sobredorada, la misma que ha servido para la ceremonia religiosa de todos los nietos Borbón. La diferencia la marcó en su día la Infanta Leonor, que, como heredera, fue bautizada en la pila bautismal de Santo Domingo de Guzmán, una pieza románica que sólo se destina para los futuros reyes, reinas e infantes de España.

De hecho, con los demás niños reales, los hijos de las Infantas Elena y Cristina, se recurrió para la celebración del sacramento a un palangana de plata sobredorara realizada por la Real Fábrica de Platería por encargo de Isabel II. Esta pila permanece custodiada en el Palacio Real y se traslada a Zarzuela para este tipo de acontecimientos religiosos exclusivos de la Primera Familia. Con el único bebé primogénito no Borbón que se rompió la tradición fue con la duquesa de Alba, cuyos padrinos fueron el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia. En su caso, tuvo el privilegio de utilizar el agua del Jordán en la pila bautismal de los reyes y sus herederos.

Otra peculiaridad de los bautizos reales se refiere precisamente al agua utilizada para la ceremonia. Con los muchos ríos que hay en España, parece que no es de recibo utilizar agua ajena y, sobre todo, la del Jordán, que tiene unas altas cotas de contaminación. Sin ir más lejos y dada la procedencia materna, el agua del Sella habría sido una buena elección. Pero resulta que la tradición manda, y el Rey de España lo es también de Jerusalén.

En cuanto a la poca potabilidad del Jordán, nada tienen que ver con el rito bautismal. El último jueves de octubre de cada año, los franciscanos que custodian los Santos Lugares, escoltados por el ejercito israelí, van en peregrinación al Jordán al lugar en donde, según las Escrituras, fue bautizado Jesús. Allí recogen el agua frente a Jericó, la hierven, filtran e introducen en unos recipientes de cristal hasta el momento en que la solicite la Casa Real. A través del Cónsul General de España en Jerusalén se hace llegar el agua a España.

La reina propuso a Paloma Rocasolano como madrina

Respecto a la elección como madrina de Paloma Rocasolano, parece que fue una propuesta que la propia reina hizo a los príncipes como deferencia a la gran tragedia que supuso la muerte de Erika. Doña Sofía no sólo mantiene conversaciones telefónicas con Paloma Rocasolano, sino que también ha visitado en más de una ocasión el domicilio de la enfermera. La reina sabe del mucho afecto y apoyo que ha necesitado y necesita su consuegra, una mujer que ha hecho de la discreción y la amabilidad con la prensa su sello de presentación. La reina tuvo también el detalle de vestir un conjunto de pantalón en la misma onda que las bisabuelas, la entrañable Enriqueta y Menchu. Es la primera vez que doña Sofía utiliza esta prenda en el bautizo de un nieto.

En representación del Gobierno, estuvieron presentes la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, y el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo. Al ser una ceremonia familiar, la presencia del presidente Zapatero, que se encuentra en viaje oficial en México, no era obligada. Sí lo fue en el de la Infanta Leonor, en su calidad de primogénita y heredera del heredero. Por cierto, el Rey continúa con su expresión de seriedad. Al menos, en las imágenes y fotos oficiales.