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Sarasola, el penúltimo soltero de oro, se casa
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Paloma Barrientos

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Sarasola, el penúltimo soltero de oro, se casa

A la vuelta del verano, uno de los últimos solteros que arrasaba en los noventa cambia de estado civil. Como en la novela de los Diez

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Sarasola, el penúltimo soltero de oro, se casa

A la vuelta del verano, uno de los últimos solteros que arrasaba en los noventa cambia de estado civil. Como en la novela de los Diez negritos, y extrapolando las desapariciones del libro de Agatha Christie, a nuestro cuento de hoy cada vez le van quedando menos ‘negritos’ sin compromiso… Si exceptuamos a Álvaro Fuster, el amigo del Príncipe y ex novio de la televisiva Igartiburu, que no tiene intención durante esta década (parece que tampoco durante la siguiente) de cambiar de estado civil.

El penúltimo unicornio era Fernando Sarasola, apodado en sus tiempos de seductor de oro como ‘Gigi, el amoroso’. A diferencia de Julio Iglesias, Gigi iba por la vida de discreto. Tenía por norma no presumir de sus conquistas en público, aunque en privado, con los amigos, hacía apuestas a ver en qué tiempo se ligaba a una chica. Solía ganar Gigi, aunque Bertín Osborne no le andaba a la zaga.

Hijo de Enrique Sarasola, el que fuera amigo íntimo y millonario de Felipe González, presumía de que en su casa se escondió el ex presidente en la época que era ‘Isidoro’. Así, era casi una tradición enseñar la famosa chaqueta de pana que González lucía en sus mítines y que más tarde regalaría a papá Sarasola. Uno de los mosqueos tremendos que el padre tuvo con sus hijos –Gigi y Quique- fue cuando se publicó que, en una de las superfiestas que organizaban los hermanos cuando él no estaba, algunos invitados se habían puesto la reliquia socialista.

Durante aquellos locos años, Gigi Sarasola era fijo de la discoteca Pacha. De noche ligaba, de día montaba a caballo. Gracias al dinero familiar, pudo contar con excelentes caballos que le permitieron estar en los primeros puestos del ranking hípico. Su hermano Quique, más paciente y con mejor disposición, consiguió más trofeos, lo que no fue impedimento para que se llevaran de cine. Tras la muerte del padre, esta relación fraternal se rompió. Hay dos versiones. Una, que la herencia les separó; y otra, que no le pareció bien que Quique se casara a bombo y platillo con su novio de toda la vida, Carlos Barrero. Hay opiniones que avalan las dos teorías.

Si no hay acercamiento durante estos meses de verano, seguramente no veremos a Quique en la Catedral de Sevilla acompañando a su hermano a dar el sí quiero a Tita Astolfi, modelo de profesión. La sobrina del que fuera novio de la Infanta Elena y jinete olímpico es la mujer que, como en la copla, le ha robado el corazón. La boda está prevista para el 22 de septiembre a las ocho de la tarde y será el primer acontecimiento social que marque la vuelta de las vacaciones.

Después, el 20 de octubre, le seguirá El Juli que, tras seis años de noviazgo con Rosario Domecq, ya han puesto fecha para la ceremonia religiosa. Y antes, Eric Verstringe, el hijo de María Vidaurreta .

A la vuelta del verano, uno de los últimos solteros que arrasaba en los noventa cambia de estado civil. Como en la novela de los Diez negritos, y extrapolando las desapariciones del libro de Agatha Christie, a nuestro cuento de hoy cada vez le van quedando menos ‘negritos’ sin compromiso… Si exceptuamos a Álvaro Fuster, el amigo del Príncipe y ex novio de la televisiva Igartiburu, que no tiene intención durante esta década (parece que tampoco durante la siguiente) de cambiar de estado civil.