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La amiga bruja de Isabel Pantoja
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Paloma Barrientos

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La amiga bruja de Isabel Pantoja

La gira venezolana de Pantoja se ha convertido en una especie de traca donde todos los días hay mascletá. Cuando no saltan chispas por las preguntas

Foto: La amiga bruja de Isabel Pantoja
La amiga bruja de Isabel Pantoja

La gira venezolana de Pantoja se ha convertido en una especie de traca donde todos los días hay mascletá. Cuando no saltan chispas por las preguntas relacionadas con su implicación en el ‘Caso Malaya’ que le hacen los periodistas venezolanos, suenan truenos porque veta a la prensa española a la que no quiere ver a menos de doscientos kilómetros a la redonda. Y si casualmente los malvados se alojan en el mismo hotel que ella -Gran Meliá de Caracas-, la cantante no se anda con rodeos y se enfrenta a ellos como si fuera una lucha de sumo al grito épico de de “no vas a grabar más”. Si a todos estos desencuentros le añadimos las intervenciones agresivas del hasta ahora pacifico Agustín Pantoja, con salidas de tono y algún que otro empujón al reportero de turno, nos encontramos con que este viaje laboral más parece una gira bélica.

Pero allí tampoco faltan los momentos de mala suerte. En la ciudad venezolana de Valencia no pudo actuar por motivos ajenos a su voluntad, ya que fue la propia empresa -Showtime-, la que canceló la gala en el Forum “por motivos técnicos”. Parece que las expectativas de venta de entradas no se cumplieron y los organizadores prefirieron devolver el dinero antes de no llenar el aforo.

Días después, en cambio, más de 2.000 seguidores la aplaudieron a rabiar en el Teatro Teresa Carreño de Caracas. No acudió, como se dijo, el presidente Hugo Chávez, pero sí algunos de sus hombres de confianza. Entre ellos estaban el matrimonio formado por el ex vicepresidente José Vicente Rangel y su mujer Ana Ávalos que días después le organizarían una cena homenaje en la mansión propiedad de Evenia Reginfo en La Lagunilla. Esta señora es la versión venezolana de la ‘bruja’ mediática, con una clientela poderosa a la que cobra un congo por averiguar sus destinos.

Esta bruja con “poderes” fue amiga de las dos Rocíos –Durcal y Jurado- a las que recibía en esta Quinta de superlujo cada vez que aterrizaban en Caracas. La amistad con Isabel parece que viene de lejos y de ahí el festín homenaje donde se habían concentrado las fuerzas sociales compuesta por cirujanos plásticos, empresarios, embajadores y artistas que se quedaron compuestos y sin panto porque ésta no apareció. Veinte minutos antes de las siete de la tarde María Navarro llamó a los anfitriones y les explicó que su representada había sufrido una disfunción física y no podría acudir. La disfunción no era otra cosa que un fuerte ataque de ansiedad provocado por la noticia de la muerte en Madrid de Isabel, hermana de su novio Julián Muñoz. La noticia se la dio su hermano Agustín, que a su vez la había recibido –parece- que del propio preso malayo.

Dicen que su amiga la bruja Evenia quiso trasladarse hasta el hotel para atenderla emocionalmente, pero con buen tino el “entorno” prefirió llamar a un médico. La fiesta se celebró sin ella que, días después, partió a la casa de otros conocidos en Isla Margarita. Allí se repone de otra mala noticia como ha sido el ingreso de Elia, la otra ‘cuñada’, en el hospital Montepríncipe de Madrid. Seguramente la vidente amiga le habrá facilitado algún amuleto de la suerte porque esta gira verdaderamente parece un calvario.

La gira venezolana de Pantoja se ha convertido en una especie de traca donde todos los días hay mascletá. Cuando no saltan chispas por las preguntas relacionadas con su implicación en el ‘Caso Malaya’ que le hacen los periodistas venezolanos, suenan truenos porque veta a la prensa española a la que no quiere ver a menos de doscientos kilómetros a la redonda. Y si casualmente los malvados se alojan en el mismo hotel que ella -Gran Meliá de Caracas-, la cantante no se anda con rodeos y se enfrenta a ellos como si fuera una lucha de sumo al grito épico de de “no vas a grabar más”. Si a todos estos desencuentros le añadimos las intervenciones agresivas del hasta ahora pacifico Agustín Pantoja, con salidas de tono y algún que otro empujón al reportero de turno, nos encontramos con que este viaje laboral más parece una gira bélica.

Isabel Pantoja