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El Triángulo de las Bermudas... de Blanca Cuesta
Los desencuentros entre la baronesa Thyssen, su hijo Borja y su nuera son una especie de Triángulo de las Bermudas donde todo lo que circula dentro
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Los desencuentros entre la baronesa Thyssen, su hijo Borja y su nuera son una especie de Triángulo de las Bermudas donde todo lo que circula dentro y alrededor del remolino queda succionado, como se supone sucede en la enigmática zona. Y como ocurre en esa parte del Atlántico, sin vuelta atrás. Al menos, por el momento. La baronesa se habla con su hijo querido, pero con Blanca prefiere contener la respiración. La madre/suegra puso tierra de por medio -mejor dicho, océano- y dirigió su avión privado Rumbo a Nueva York, como en la habanera de Martín Flores. Siempre según información de la propia Carmen y, por lo tanto, con las incertidumbres y las desconfianzas que a veces producen sus declaraciones.
Puede ser que en pleno vuelo decidiera cambiar la hoja de ruta y dirigirse a Lugano, donde Villa Favorita siempre se encuentra en estado de revista. O de nuevo a San Feliú, o a Madrid, o a Barcelona, donde al final recaló para asistir a la invitación que hace tiempo le habían hecho los miembros del circulo del Liceo. Sus idas y venidas son constantes en los últimos tiempos. Y todo puede ocurrir en la vida exagerada de la singular Tita. Aunque no seré yo quien dude de sus manifestaciones. Cada cual puede dar la versión que quiera de su vida y milagros, incluso los B&B (recuerden, Blanca y Borja) y sus pintorescos razonamientos para no retrasar la boda. Aunque en este caso intuyo que las explicaciones de la pareja en ¡Hola! no han gustado demasiado a la baronesa, al dar de ella una cierta imagen de intolerante y prepotente.
Pero quizá lo peor no sea eso, sino las informaciones y comentarios sobre la posible compra de información por parte de Carmen Cervera. Hay quien asegura que pagó una cifra cercana a los 120.000 euros por el contenido de los mensajes que supuestamente aparecían en el móvil extraviado de Blanca. Precisamente, esos escritos serían los causantes de la negativa de Tita para aceptar la boda de su hijo. Pero ella no es de las que aceptan chantajes. No lo hizo cuando se casó con el barón y una revista alemana exigió la exclusiva de la celebración. A cambio no publicarían unas fotos suyas en topless. Ella se lo dijo al entonces novio, y don Heini fue claro: “Que todo el mundo vea con qué mujer tan bella me voy a casar”. Por eso no sería explicable que años después aceptara ningún tipo de presión.
Parece que tampoco ha querido saber nada de una serie de fotografías que un ex novio o ex rollo malvado de Blanca pudiera estar ofreciendo a programas y revistas. En ellas, la hoy señora de Thyssen aparecería como en su juventud lo hizo la baronesa, en topless. La diferencia es que parece que habría otras donde también se vería su particular Triángulo de las Bermudas. A buen entendedor...
Los desencuentros entre la baronesa Thyssen, su hijo Borja y su nuera son una especie de Triángulo de las Bermudas donde todo lo que circula dentro y alrededor del remolino queda succionado, como se supone sucede en la enigmática zona. Y como ocurre en esa parte del Atlántico, sin vuelta atrás. Al menos, por el momento. La baronesa se habla con su hijo querido, pero con Blanca prefiere contener la respiración. La madre/suegra puso tierra de por medio -mejor dicho, océano- y dirigió su avión privado Rumbo a Nueva York, como en la habanera de Martín Flores. Siempre según información de la propia Carmen y, por lo tanto, con las incertidumbres y las desconfianzas que a veces producen sus declaraciones.