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Letizia, de traductora simultánea a ministra con cartera
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Paloma Barrientos

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Letizia, de traductora simultánea a ministra con cartera

La llegada del heredero y su consorte a Oviedo para presidir los Premios Príncipes de Asturias ya tiene sus primeras anécdotas, al margen de la estructura

Foto: Letizia, de traductora simultánea a ministra con cartera
Letizia, de traductora simultánea a ministra con cartera

La llegada del heredero y su consorte a Oviedo para presidir los Premios Príncipes de Asturias ya tiene sus primeras anécdotas, al margen de la estructura oficial de los actos. Como suele ocurrir desde que doña Letizia entró a formar parte de la Primera Familia, la nuera real se convierte constantemente en el centro de atención, aunque su papel no sea ese.

Unas veces ese protagonismo resulta  involuntario, como cuando sucedió el momento brackets, donde la supuesta ortodoncia era, según los portavoces autorizados de la Casa, una ilusión óptica. Gracias a esas declaraciones “oficiales”, el tema dejó de ser un mero chascarrillo para convertirse en noticia de alcance. Incluso sirvió para acuñar las frases “Estoy hasta los brackets”  o “No me toques los brackets”, como  respuesta de descontento y mosqueo. En otras ocasiones, ese protagonismo parece buscado e interpretado como si, en vez de princesa ejerciente, fuera la doble de Amaia Salamanca en la serie que Tele 5 ha realizado sobre su noviazgo y matrimonio.

La penúltima vez que la princesa eclipsó al resto de su familia política fue en el día de la Fiesta Nacional, cuando apareció vestida de traductora simultánea en el desfile y la posterior recepción en el palacio real. Su estilismo era contrario al que marcaba el protocolo que figuraba en las invitaciones  de los mil cincuenta invitados.

A ellas se les pedía traje corto. Como siempre, hay que dar el beneficio de la duda, y es posible que la princesa sufriera un percance doméstico como les ocurre a todas  las madres del mundo, cuando, en el último momento, los hijos siempre manchan el vestido de fiesta. Seguramente, entre llegar tarde y hacer esperar a los tanques, era mejor colocarse lo primero que tenía a mano.

La otra versión es la del caldo: “Que no quieres caldo, pues toma dos tazas” que también sirve para ilustrar la imagen gráfica de doña Letizia llegando al hotel Reconquista. Delante el príncipe, detrás ella con bolso al hombro y cartera de ministra ejerciente en la mano izquierda. Ese complemento, que en una política o empresaria resultaría normal, en doña Letizia lo convierte en inusual. Primero, por lo innecesario. No tiene sentido que si la pareja real se baja del coche oficial no lo deje en el asiento. Más tarde, o en ese momento, alguien de protocolo se lo haría llegar. Ya puestos en esa situación de trabajadora burguesa también se podría haber encargado de sus  maletas y subirlas directamente a la habitación. Habría sido una foto impactante.

En segundo lugar, nunca se ha visto a los Reyes ni a las Infantas, y tampoco al heredero, trasportando su propio material laboral y, por lo tanto, la lectura que se podría hacer es doble: o trabajan menos que la princesa o la princesa le ha dado el día libre a su asistente. Esta expresión no verbal y barroca ha convertido al maletín en tema de análisis como ya fueron los brackets, los letizios, la operación de estética y las extensiones capilares. La princesa cada vez tiene más adeptos entre el mundo republicano. Hace lo quiere y cuando quiere. Hay quien piensa que sería una excelente presidenta de gobierno.

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