El día que el rey quiso enseñar sus atributos reales

El rey ha demostrado que tiene sentido del humor. Al menos, más que su nuera y su hijo, que permitieron que el Fiscal General del Estado actuara contra la revista El Jueves por una portada que podría definirse como poco acertada o de mal gusto, pero nunca de delictiva en una democracia. Conde Pumpido ordenó al juez de la Audiencia Nacional la retirada y la prohibición de su difusión.

Con ese “secuestro” se consiguió el efecto contario y la “viñeta” dio la vuelta al mundo a través de las redes sociales y de la globalización mediática. Se organizaron tertulias, debates, campañas de apoyo a los artífices de la portada y comentarios de todo tipo. La mayoría a favor, porque entendían que se trataba de una revista satírica. El mismo medio había sido muy duro con otros personajes públicos (Aznar, por ejemplo) y el señor Pumpido pasó del tema (como debe ser). Incluso, en su momento, el fiscal general tampoco actuó (como debe ser) contra determinados libros donde se trataban temas relacionados con la economía de la Familia Real.

Ahora se ha sabido que la decisión judicial no gustó al rey, que hubiera preferido dejar pasar el tema. A diferencia de sus hijos que a veces ignoran los muchos privilegios de los que disfrutan, el monarca tiene muy claro que obligaciones, derechos y privilegios van unidos. Y, por lo tanto, que la Jefatura del Estado no puede ni debe entrar en asuntos banales como se ha hecho en otras ocasiones, incluido tema brakets.

En este caso, la portada de una caricatura real mostrando sus regios atributos y confirmando la dualidad testicular ha servido para unos cuantos chascarrillos y nada más. La historia primigenia viene de largo y siempre ha formado parte de la leyenda colectiva, igual que la Niña de la Curva, el reventón de un pecho de la Obregón en un avión o el esquiador fantasma que se empotra contra Don Juan Carlos en una pista negra. Ha sido tema recurrente ahora actualizado por Peñafiel en su libro El rey no abdica (La Esfera), al contar el robo de los informes médicos del rey, donde se supone se describe esa parte de la anatomía regia demostrando la ausencia testicular.

El caso es que hace años, cuando circulaba esta misma historia, el rey convocó a los directores de los principales medios y, una vez reunidos, les dijo cuál era el motivo del encuentro, que no era otro que demostrar in situ que no le faltaba nada. Los periodistas solo reaccionaron cuando el monarca, desabrochándose el botón del pantalón, les dijo: “Y ahora vais a ver que estoy completo”. En ese momento, los invitados le pararon y su majestad se subió la cremallera, se ajustó el botón y apretó el cinturón. Según algunos de los testigos parecía una escena de la película de Bigas Luna Huevos de oro, que interpretó hace años un jovencísimo Bardem.

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