¿Por qué los hijos de la duquesa no quieren que se case?

La duquesa de Alba lo tiene claro. Si por ella fuera se habría casado con Alfonso Díez hace tiempo. Pero también sabe que, como los artistas, se debe a su público, en este caso a sus hijos, que no ven con buenos ojos el tercer “sí quiero de su madre”. Y no porque les cuesta aceptar al novio, al que ya conocen y consideran que la cuida y mima, si no porque no ven la necesidad del compromiso religioso.

Y precisamente, el matrimonio por la iglesia es para ella una necesidad, porque es creyente y además practicante. Por lo tanto y según sus creencias, estaría viviendo en pecado. No hay que olvidar que fue la propia duquesa la que le confesó a Jaime Peñafiel que su amor no era platónico.

Si se da por buena esta declaración en toda su acepción, se entiende que su relación con Alfonso va más allá de sus salidas al cine, los viajes por medio mundo, los paseos por los jardines de sus palacios o esos baños de mar mecida por los brazos del novio. Con lo cual, es entendible esa preocupación moral que ronda el estado de ánimo de Cayetana y que la lleva a decir que, si sus hijos no pusieran impedimentos, sería ya señora de Diez.

La cuestión es saber cuales son las razones que le presentan sus seis hijos para no dar el visto bueno a la boda, cuando el novio ya ha firmado y refirmado documentos renunciando a todos los derechos que tendría como marido y el grueso del patrimonio de la Casa de Alba forma parte indivisible, que en su día heredará el duque de Huéscar como primogénito.

Si hace un tiempo existían ciertas fisuras entre los hermanos a la hora de catalogar y aprobar el noviazgo ahora no lo hay. Según han confirmado a Vanitatis “están muy unidos y coinciden absolutamente a la hora de tratar el asunto de la boda que no la quiere ninguno”. Pero esta unión no fue siempre así. Al principio había dos bandos. En uno estaban Carlos, Cayetano y Jacobo, los más reacios al compromiso sentimental. Por otro Eugenia y Fernando que preferían ver a su madre feliz y pasaban de censurar los amores maternos.

Alfonso, duque de Aliaga era, y es, un verso suelto que va por libre y parece que no entra en las disquisiciones afectivas de la jefa de la saga. Algo así como ‘que haga lo que le venga en gana’. Por tanto, las razones para que los hijos no den la bendición filial tendría que ver con una cuestión de índole práctica (¿Qué necesidad tiene mamá de tener un anillo con una fecha por dentro?) más que a una cuestión económica.

Dinero hay para todos, sea Alfonso Díez marido o amante, porque en este caso el orden de los factores no altera el resultado. Parte de la herencia, como fincas y títulos ya se ha repartido y cada hijo tiene su hacienda y su escudo. Mientras tanto, el novio se mantiene al margen de las especulaciones matrimoniales y lo único que dice es que la quiere mucho. Aún no ha llegado a confirmar que es el amor de su vida, pero todo llegará. 

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