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El rey y su heredero no mantienen una buena sintonía
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Paloma Barrientos

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El rey y su heredero no mantienen una buena sintonía

Desde hace un tiempo, resulta imposible encontrar imágenes del Rey y su heredero al margen de convocatorias oficiales. Las fotos del verano en Marivent ya no

Foto: El rey y su heredero no mantienen una buena sintonía
El rey y su heredero no mantienen una buena sintonía

Desde hace un tiempo, resulta imposible encontrar imágenes del Rey y su heredero al margen de convocatorias oficiales. Las fotos del verano en Marivent ya no existen y el tan esperado reagrupamiento familiar del domingo de Pascua en Mallorca resultó esta última vez una entelequia. Don Juan Carlos no acudió y en su lugar lo hizo la reina, que siempre cumple con sus obligaciones y es la mejor representante de la marca Borbón.

Los príncipes y sus niñas hicieron acto de presencia en la catedral interrumpiendo esas vacaciones fantasma en Roma que en un principio quisieron negar. Dado que viajaban en línea regular de Iberia, su desplazamiento “privado” difícilmente se podía esconder. Su comparecencia en la catedral palmesana no estaba prevista en la agenda oficial que se distribuye a los medios al inicio de las vacaciones; de ahí la doble sorpresa, por la ausencia de su majestad y la presencia del heredero.

En ese momento, y como está ocurriendo en los últimos tiempos, hubo una interpretación oficial y otra que nada tendría que ver con ésta y si con la realidad que parece imperar en las relaciones personales del rey y su hijo: la falta de sintonía entre ambos. De ser cierta esta versión, don Juan Carlos se habría impuesto como padre, pero sobre todo como rey. Recreando la situación, sería algo así como el puñetazo en la mesa del monarca debido a su hartazgo por los numerosos viajes privados y por no saber en muchas ocasiones dónde se encuentran los Borbón/Ortiz.

Porque esto, aunque parezca una incongruencia, sucede más a menudo de lo deseable. Los príncipes desaparecen y el rey no tiene ni idea de por dónde andan. Este verano, por ejemplo, en el mes de junio, su majestad desconocía el periplo vacacional del heredero y su consorte. El cambio de actitud de don Felipe se inició con la llegada de la princesa a la nueva familia política. Y esta falta de información, como es natural, incomoda sobremanera al Rey.

La tirante relación entre Letizia y las infantas

A esto hay que sumar los desencuentros de la Princesa con las infantas, que al principio de la relación le brindaron todo el apoyo. Primero en su calidad de novia y después como mujer del hermano querido. El príncipe también se ha alejado de sus hermanas y mientras éstas comparten la casa familiar de Baqueira y planes conjuntos diseñados para sus hijos, el trato con Leonor y Sofía, las hijas de los príncipes de Asturias, es casi nulo.

En este sentido, el Rey también se ha sentido a veces disgustado, porque hasta ahora nunca le han ofrecido la  alternativa de llevar a sus nietas de diversión. La reina tampoco tiene acceso libre y directo a las pequeñas, pero ya se sabe que las madres con los varones son más comprensivas. Ya se lo dijo doña Sofía a Pilar Urbano al comentarle que cuando la pareja de un hijo no resultaba conveniente lo mejor era apoyar para que el matrimonio funcionara.

Respecto a la casa de Baqueira, se reestructuró y dividió para que los príncipes tuvieran su propio refugio y las infantas y su prole los suyos. Don Felipe no ha vuelto a visitar el pirineo catalán, decantándose por los Alpes italianos, donde su mujer -en el caso de que quiera esquiar-  no sufre la presión de los medios. Estas decisiones tampoco agradan al Rey, que sabe de lo importante que es para la monarquía el escaparate mediático. Otra escapada de la que su majestad tampoco tuvo constancia tuvo lugar en los días en que los controladores aéreos secuestraron el país. El Rey desconocía también entonces el paradero de su heredero.

Una cena de ‘reconciliación’

El caso es que los desencuentros entre ambos han sido cada vez más frecuentes. A don Juan Carlos no le cuadran algunos desplantes de su nuera hacia el marido en presencia de toda la familia y que éste los aguante. En Navidades, en una comida familiar, la Princesa le indicó al heredero que se levantara de la mesa para ver qué hacían las niñas, ante la incredulidad de su majestad, que no entendía la orden, cuando las nietas estaban perfectamente supervisadas. Todos estos detalles, unidos a otros de orden estratégico, han hecho que la relación del Rey con don Felipe no pase por su mejor momento.

La cena que el rey organizó hace un tiempo en el restaurante El Landó, con los tres hijos y con la ausencia de doña Letizia, que según la versión oficial se encontraba indispuesta, pudo servir para limar asperezas, según ha podido saber Vanitatis. Al menos eso parecía, aunque sigue sin haber fotos cariñosas del Rey, su heredero y su nieta. Tres generaciones para reinar que por el momento no se encuentran.
 

Desde hace un tiempo, resulta imposible encontrar imágenes del Rey y su heredero al margen de convocatorias oficiales. Las fotos del verano en Marivent ya no existen y el tan esperado reagrupamiento familiar del domingo de Pascua en Mallorca resultó esta última vez una entelequia. Don Juan Carlos no acudió y en su lugar lo hizo la reina, que siempre cumple con sus obligaciones y es la mejor representante de la marca Borbón.

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