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Urdangarin hace bueno a Jaime de Marichalar
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Paloma Barrientos

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Urdangarin hace bueno a Jaime de Marichalar

Jaime de Marichalar ya no es el exyerno apestado al que los pelotas, cuando estaba casado con la infanta Elena, le hacían la ola por aquello

Foto: Urdangarin hace bueno a Jaime de Marichalar
Urdangarin hace bueno a Jaime de Marichalar

Jaime de Marichalar ya no es el exyerno apestado al que los pelotas, cuando estaba casado con la infanta Elena, le hacían la ola por aquello de adorar el santo (la Infanta) por la peana (el propio Marichalar). Al separarse, le despojaron de varios consejos de administración, porque se suponía que ya no era influyente al no formar parte de la ‘Primera Familia’. Conservó lealtades como la de Esther Koplowitz, que mantuvo su amistad y su silla representativa en una de sus empresas. El cese temporal vino acompañado de un abandono mediático y su familia política tampoco hizo mucho por arroparle.

Por ejemplo, cuando los responsables del museo de cera informaron a la prensa, vía correo electrónico, de la decisión que habían adoptado para su cambio de ubicación, ésto se sabía también en Zarzuela. En la Casa no hicieron nada para evitar el agravio, que seguramente podrían haber remediado. Más que nada para evitar situaciones incómodas a Froilán y Victoria en el colegio. Pero no se hizo.

Ahora, vista la actuación estelar del duque de Palma ejerciendo de yerno y consorte para dar pelotazos, la puntuación de Marichalar en el panorama social y público ha subido mucho. Tampoco hay que olvidar sus momentos de prepotencia y sus frivolidades, pero, en la comparativa actual, sale ganando el exduque de Lugo.

Y de ahí los comentarios solidarios cuando aparece en alguna reunión o celebración, como sucedió en la embajada francesa, donde se convirtió en el centro de atención en la fiesta del 250º aniversario de Möet Chandon. A pesar de que algunos asistentes que mantienen cierta intimidad con el ex marido de la infanta Elena quisieron esa noche darle apoyo público, él prefirió mantenerse al margen de cualquier conversación que tuviera al instituto Nóos y a Urdangarin como hilo conductor.

Hubo también quien mantuvo esa noche un discurso más comprometido aludiendo a la desacertada visita de la reina a Washington, plasmada en la portada de la revista ‘Hola’, donde la imagen de 'aquí no pasa nada' era la traducción visual del encuentro familiar. A él, que es el padre de los nietos reales, nadie le dio cancha e incluso en varios actos en los que Marichalar, ya divorciado, coincidió con los reyes, solo el fotógrafo oficial pudo captar ese momento. Cuando llegaron las críticas a ese desafecto, los responsables de Zarzuela decidieron colgarla en la web. El caso es que todos estos razonamientos son ahora el pan de cada día cada vez que Jaime de Marichalar sale de casa. Urdangarin y su desafuero han hecho bueno al que fuera definido como “el extravagante duque de Lugo”.

Jaime de Marichalar ya no es el exyerno apestado al que los pelotas, cuando estaba casado con la infanta Elena, le hacían la ola por aquello de adorar el santo (la Infanta) por la peana (el propio Marichalar). Al separarse, le despojaron de varios consejos de administración, porque se suponía que ya no era influyente al no formar parte de la ‘Primera Familia’. Conservó lealtades como la de Esther Koplowitz, que mantuvo su amistad y su silla representativa en una de sus empresas. El cese temporal vino acompañado de un abandono mediático y su familia política tampoco hizo mucho por arroparle.

Iñaki Urdangarin