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La infanta Cristina y Letizia nunca se llevaron bien
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Paloma Barrientos

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La infanta Cristina y Letizia nunca se llevaron bien

Cada vez que la prensa trataba el tema de las frías relaciones de la Familia Borbón, sobre todo las que unían a Letizia con Cristina, siempre había un desmentido no

Foto: La infanta Cristina y Letizia nunca se llevaron bien
La infanta Cristina y Letizia nunca se llevaron bien

Cada vez que la prensa trataba el tema de las frías relaciones de la Familia Borbón, sobre todo las que unían a Letizia con Cristina, siempre había un desmentido no oficial o una explicación filtrada donde se aseguraba que los afectos eran parecidos a los de La tribu de los Brady. En esta edulcorada serie norteamericana, padres e hijos se llevaban de maravilla y sólo mantenían alguna que otra discusión de guardería en los primeros cinco minutos. 

Extrapolando la historia, hasta que no ha saltado el escándalo Urdangarin no se ha demostrado que los afectos idílicos de los royals españoles no eran tales, como suele ocurrir en muchas familias. El rey y la reina mantienen un matrimonio largo donde funciona el respeto y la profesionalidad como Jefe de Estado y consorte que son. El príncipe y las infantas compartían veranos y deporte hasta que apareció Letizia y se distanciaron para hacer cada uno su vida.

Que la sintonía entre las cuñadas no era de falla valenciana también era un hecho y cada vez que se daban datos sobre sus desencuentros salía una garganta profunda desmintiendo la realidad. Y para que quedara constancia gráfica se avisaba a la agencia Efe y a algún fotógrafo semioficial para que cubriera informativamente el paseo de la cuñada  con cualquiera de las dos infantas, siempre con los niños Marichalar o Urdangarin revoloteando junto a la princesa, que se perfilaba como la super tía ideal.

Las primas Borbón Otriz no solían compartir estas salidas extraveraniegas, salvo un día en el zoo, donde la reina era la coordinadora de la reunión y Letizia iba a lo suyo. Mucho se habló y se escribió de esa cordialidad superficial y siempre Zarzuela afirmó que eran inventos, que todo era amor fraternal entre la nuera real y Cristina. Hubo informaciones que achacaban a la experiodista los desencuentros familiares, que se acrecentaron hace unos años coincidiendo con el cambio de domicilio de los Urdangarin a Barcelona.

A la princesa, que sabe lo que cuesta un alquiler y reformar un pisito como el que ella tenía de soltera, no se le escapaba que los catalanes gastaban a manos llenas. Nunca pasó un fin de semana en la casa nueva y eso resultaba extraño. Después llegó la escapada a Washington, cuando en el entorno del rey  ya se sabía de los negocios poco claros del duque de Palma, como así se ha confirmado. Y a partir de ahí, parece que la nuera  se quiso distanciar de sus cuñados, porque intuía que las salpicaduras podían empañar la empresa que un día dirigirá su hija Leonor.

Si en aquel momento la cordialidad no era la tónica general, ahora mucho menos. El príncipe tiene un mosqueo monumental con Urdangarin, al que quiere ver lo más lejos posible, aunque quiera mucho a sus sobrinos y a su hermana. Y Letizia, que ahora ya no tiene necesidad de disimular, no hace nada por cambiar de actitud. Ya Zarzuela no tendrá que vender afectos que no existían y cuyo motivo de alejamiento eran los “pelotazos” empresariales del exjugador del Barcelona. Las ilegalidades llegaron después, como figura en el sumario, que ya es público.

Cada vez que la prensa trataba el tema de las frías relaciones de la Familia Borbón, sobre todo las que unían a Letizia con Cristina, siempre había un desmentido no oficial o una explicación filtrada donde se aseguraba que los afectos eran parecidos a los de La tribu de los Brady. En esta edulcorada serie norteamericana, padres e hijos se llevaban de maravilla y sólo mantenían alguna que otra discusión de guardería en los primeros cinco minutos.