Julita Cuquerella, secretaria de Urdangarin y compañera de colegio de la infanta Cristina

Desde que se supo de los desmanes empresariales de Iñaki Urdangarin y su posterior imputación en la pieza separada del Caso Palma Arena, los colaterales del caso se han convertido, en mayor o menor medida, en protagonistas. Así, Pascual Vives, el peculiar abogado del duque de Palma, que organiza ruedas de prensa a pie de calle, es uno de los personajes principales, a diferencia de Manuel González Peeters, letrado del exsocio y examigo Diego Torres, al que no se le ve el pelo.

Otro elemento fundamental de este sainete de pillos y villanos en que se han convertido los excesos empresariales del yerno del rey es Julita Cuquerella, la secretaria y asistente personal del duque. Su apellido no estaba ligado al del imputado más allá de las relaciones profesionales que se establecen entre un jefe y su secretaria. Al menos, aparentemente, porque resulta que entre Cuquerella y la familia Urdangarin Borbón hay más que una nómina.

La infanta Cristina y ella compartieron el patio del colegio de Santa María del Camino en Madrid. Por lo tanto, existe una amistad y un conocimiento que seguramente fue definitivo para que Julita se convirtiera en la persona de confianza de su marido. Una fraternidad consolidada a través de los años al compartir no solo horario laboral con el duque sino también actividades y celebraciones familiares conjuntas.

Hasta que no se hizo visible por imperativo legal al tener que acudir al juzgado a declarar, nada se sabía de ella. Su nombre aparecía constantemente en el sumario pero no tenía presencia física. “¿Quién no tiene dinero fuera?", indicó para justificar el desvío de dinero a cuentas suizas de su jefe. 

Julita es la cuarta de siete hermanos y su padre, Vicente Cuquerella Jarillo, fue vicealmirante de la Armada. Pertenece a una familia de clase media alta y se caso el 23 de julio de 1998 con David MacManus en la Basílica Pontificia de San Miguel, en Madrid. Hace catorce años, ni la infanta, que no ejerció de testigo nupcial, ni el resto de invitados imaginaban que años después el nombre de la novia formaría parte del sumario donde el marido de su compañera de colegio sería imputado. Ya se sabe que el destino es así.