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La princesa Letizia y las clases de dicción al príncipe
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Paloma Barrientos

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La princesa Letizia y las clases de dicción al príncipe

Los asistentes que acudieron al coloquio organizado por la Escuela de Negocios Europea IESE en Nueva York se quedaron sorprendidos de la naturalidad del príncipe y

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La princesa Letizia y las clases de dicción al príncipe

Los asistentes que acudieron al coloquio organizado por la Escuela de Negocios Europea IESE en Nueva York se quedaron sorprendidos de la naturalidad del príncipe y no tanto con la frialdad de la princesa, que no tenía su mejor día, o al menos eso parecía. Puede ser que tuviera que ver con la falta de sueño, un dato que comentó la propia consorte a un grupo de participantes en el posterior encuentro económico. Parece que a la princesa los cambios horarios le afectan más de la cuenta.

En cambio, su marido se encontraba en este viaje relajado, participativo y conversando en un inglés perfecto que asombró a los que desconocían que para el heredero es casi su idioma materno. Tanto él como sus hermanas han utilizado el inglés como lengua vehicular con la reina. Por lo tanto, no es de extrañar que se desenvuelva perfectamente y que sea el que corrige a su mujer cuando ésta se equivoca, sobre todo a la hora de construir frases protocolarias.

La princesa tuvo que aprender en un tiempo récord. Y si en este caso fue ella la que se recicló, el heredero también tuvo su evolución verbal

Ningún miembro de la Primera Familia tiene elocuencia a la hora de expresarse públicamente. Ni el rey, ni la reina con su marcado acento alemán, ni las infantas se caracterizan por su oratoria. En cambio el príncipe ha mejorado notablemente. Ahora se expresa perfectamente, sabe leer los discursos sin tener que mirar todo el rato el papel y además se entiende lo que dice, incluso cuando se expresa en catalán.

La artífice de esa mejoría no es otra que la princesa Letizia, que ha utilizado con su marido los recursos que aprendió cuando pasó de redactora de calle a presentadora de informativos. En su etapa de periodista, e incluso después, ya como miembro de la Familia Borbón, tuvo que reprimir la expresión gestual, que resultaba excesiva.

En cambio, en el caso del príncipe ha sido lo contrario. Pasó del laconismo a una buena dicción y vocalización que acompaña de un efecto visual que le hace más cercano. Dicen que antes de cada discurso público el heredero lo hace en privado ante su mujer, que le corrige las imperfecciones. El cambio desde que la experiodista entró en Zarzuela ha sido espectacular.

Los asistentes que acudieron al coloquio organizado por la Escuela de Negocios Europea IESE en Nueva York se quedaron sorprendidos de la naturalidad del príncipe y no tanto con la frialdad de la princesa, que no tenía su mejor día, o al menos eso parecía. Puede ser que tuviera que ver con la falta de sueño, un dato que comentó la propia consorte a un grupo de participantes en el posterior encuentro económico. Parece que a la princesa los cambios horarios le afectan más de la cuenta.