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El príncipe no quiere saber nada del cuñado Urdangarin
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Paloma Barrientos

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El príncipe no quiere saber nada del cuñado Urdangarin

En la familia del rey Iñaki Urdangarin ha dejado de existir. Parece que salvo en las conversaciones más íntimas al duque ni se le nombra y

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El príncipe no quiere saber nada del cuñado Urdangarin

En la familia del rey Iñaki Urdangarin ha dejado de existir. Parece que salvo en las conversaciones más íntimas al duque ni se le nombra y mucho menos se comentan los desmanes que día sí y día también aparecen en la prensa.

Incluso hay algún miembro de la rama Borbón colateral que considera que hay agentes externos artífices del llamado mal de ojo y, de ahí, que se rodeen de amuletos para que no les toque de rebote lo que consideran mala suerte. Sin percatarse que en el caso Urdanga (que así le llamaba el rey cuando era su yerno preferido) el único culpable de la situación en la que se ha visto involucrada la institución es la avaricia y la cutrez del duque de Palma. Una de las últimas actuaciones que hace poco se volvió a actualizar era la forma que tenía de pagar al servicio doméstico que cuidaba a sus hijos con dinero negro y cuando se quejaban darlas de alta como telefonista en Nóos, la empresa sin animo de lucro.

Los esfuerzos del heredero por mejorar la imagen de la Corona se van al traste cada vez que el cuñado mueve ficha. Una cosa es que la princesa desaparezca del mapa nacional y se vaya a hacer turismo a Portugal con su madre y sus hijas, que tampoco está bien con la cantidad de lugares idílicos que hay en España, y otra que la familia Urdangarin muestre al mundo el altísimo nivel de vida que mantiene a pesar de la crisis que asola su país.

Los duques más sus cuatro hijos, más el servicio, más la seguridad, que por cierto pagan todo los españoles, se instalaron en un hotel de superlujo en Las Vegas durante cuatro días y con un coste total que supera los dieciocho mil euros.

Este viaje que a todas luces resultaba innecesario ha sido otro mosqueo más para el príncipe, que no acaba de comprender que si su hermana y su cuñado tienen fotógrafos que inmortalizan sus movimientos no hagan planes más austeros en vez de viajar a Las Vegas y encima elegir el establecimiento donde George Clooney y su banda planeaban sus atracos en la película de Ocean's eleven.

Ha sido la última metedura de pata de Urdangarin que ha hecho que si había alguna posibilidad de reencuentro verbal o físico con el heredero desaparezca. Pero quizá lo que más preocupa al príncipe, que se sube por las paredes con las frivolidades del cuñado, sea lo que está por llegar.

El problema importante tiene su punto de fusión en los famosos correos que el ex socio Torres dice tener y las recomendaciones del asesor del Rey, el conde de Fontao, al yerno ahora imputado. Según la información publicada por El Mundo, el abogado Raimon Bergós reveló al juez Castro que el asesor real le dijo a Iñaki Urdangarin que hiciera lo que quisiera pero sin figurar públicamente. Un dato que contradice totalmente las declaraciones iniciales de Rafael Spottorno en las que acusaba al duque de “comportamiento poco ejemplar”. Todo esto ha colocado al príncipe en una situación muy complicada con respecto al cuñado del que no quiere saber nada y así se lo ha hecho llegar. 

En la familia del rey Iñaki Urdangarin ha dejado de existir. Parece que salvo en las conversaciones más íntimas al duque ni se le nombra y mucho menos se comentan los desmanes que día sí y día también aparecen en la prensa.