Penélope y Mónica Cruz ya quieren a la prensa

 Las hermanas Cruz han dejado de esconderse y ofuscarse cada vez que se encuentran en su camino con un reportero. Y como los tropiezos eran constantes, el carácter de ‘Mo’ y de ‘Pe’ se iba agriando por momentos y eso, a la larga, se convierte en un problema. Son aún demasiado jóvenes para ir por la vida como Ernesto de Hannover, que ni le aguantaban ni se aguantaba. Y menos Carolina de Mónaco, que aunque sigue casada con él, le dejó de tratar hace ya varios años. Es curiosa esta ‘no relación’ de la princesa monegasca, que prefiere mantener el estatus de alteza real antes que divorciarse de Hannover. El tratamiento va unido al título.

A lo que iba. Las hermanas Cruz han cambiado de tercio. Penélope tendrá a su niño en la clínica Ruber y parece que no hará firmar a medio hospital una cláusula de confidencialidad como sí hizo en Estados Unidos con el nacimiento de Leo. Un detalle el no cuestionar la profesionalidad de los trabajadores que la atiendan. Eso por un lado. Y por el otro está Mónica, que nunca fue excesivamente borde hasta que Javier Bardem llegó a su vida y entonces se le pegó la bordería.

En la era Cruise y McConaughey, ‘Pe’ era una chica encantadora, resuelta y divertida. Igual que su hermana. Después, por el mimetismo con el marido y cuñado, llegaron otros aires a la casa de las Cruz  y la cosa cambió. Pero como sucede a menudo, y rectificar es de sabios, las hermanas vuelven por sus fueros. Penélope sonríe por la calle y Mónica no ha dado órdenes para vetos previos ni ha hecho lista negra en su próxima aparición pública como imagen de Bombay, que se producirá este miércoles en Madrid. Es verdad que le pagan por su trabajo, pero otras veces también engordaba su cuenta y la censura funcionaba.