Por qué se esconde Carmen Martínez Bordiú

Una de las cualidades, o defectos, según se mire, de Carmen Martínez Bordiú es que le ha importado siempre muy poco lo que la gente pensara de ella. Su abuela quiso convertirla en reina y soñó con verla con cetro y corona. Carmen llegó a creerse la historia y con dieciocho años exigía pleitesía y reverencia a todo lo que se movía a su alrededor, incluyendo hermanos y a la Guardia Mora que protegía el Pardo. Lo dejó todo por un amour fou que se convirtió en su segundo marido y padre de su hija Cinthia.

Las críticas fueron feroces y demoledoras durante años y ella seguía a su bola sustituyendo maridos por novios, que acababan siendo una línea nueva en el libro de familia. Tras la tragedia de su vida, que fue perder a su primogénito, adecuó su existencia al presente. “El futuro no cuenta, porque el destino te lo roba en un segundo”, decía y sigue diciendo como si fuera el mantra por antonomasia.

Cuando menos te lo esperas, Carmen vuelve a dar la campanada y se convierte otra vez en el personaje principal de chascarrillos y rumores varios. Ahora tiene un amigo, Luis Miguel Rodríguez, que para unos es solo eso y para otros algo más. Dicen y cuentan que es un tren al que esta a punto de subirse. Por ahora calla y pasa de los comentarios y de las maledicencias que la colocan como la enredadora número uno. Y no lo es, porque la que no tiene que dar explicaciones es ella.

Dependiendo del día, se esconde, como hizo hace poco en la corrida de la Beneficencia, donde compartió plaza y toros con el señor Rodríguez, bautizado como ‘el rey de la chatarra’, o no se esconde. Días antes fue lo contrario y ambos se dejaron fotografiar sin inmutarse. Y así semana tras semana, en un juego mediático aparentemente sin mayor trascendencia. Carmen besa, abraza, baila y ríe porque esa es su filosofía de vida. Ahora habrá que esperar si en su planteamiento vital quiere cambiar su estado civil (otra vez) o quedarse como está.