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El embarazo de Carlota o así funcionan los Grimaldi
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Paloma Barrientos

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El embarazo de Carlota o así funcionan los Grimaldi

Los embarazos, enamoramientos y rupturas en la familia Grimaldi funcionan a golpe de rumor y solo se convierten en realidad cuando ya es más que un hecho

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El embarazo de Carlota o así funcionan los Grimaldi

Los embarazos, enamoramientos y rupturas en la familia Grimaldi funcionan a golpe de rumor y solo se convierten en realidad cuando ya es más que un hecho constatable, pero nunca suelen ser confirmados por sus protagonistas. Aunque hubo veces que, dada la rapidez en la sustitución de amantes, alguna identidad se ha perdido en el camino. Lo que ya es más complicado es tapar la tripa de las mujeres del palacio monegasco, porque la naturaleza ofrece lo que no da el gabinete de comunicación. El tema de las paternidades, salvo en el caso del príncipe reinante, Alberto, tampoco suele ser determinante. Los padres biológicos de las chicas afectan poco a la dinastía y menos a los monegascos.

En el caso de Estefanía, no sólo se sabía que no le gustaban los herederos europeos, sino que tenía más querencia hacia el sector servicios y el mundo del artisteo. Carolina en ese sentido salió más clasista. Salvo en su etapa juvenil, donde le daba igual alternar con cualquier caballero que le divirtiera, después se decantó por la franja empresarial internacional con Casiraghi como representación del hombre bello, resultón y con la mente abierta para los negocios con el mismo talante que Urdangarin. Casiraghi fue el gran conseguidor de las plusvalías y los chanchullos en un territorio donde el metro cuadrado se valora a precio de cajita de 100 gramos de caviar iraní. Los hijos le dieron categoría mediática. Después vino la tragedia y el marido pasó al libro de las leyendas.

Todo este preámbulo de cómo funciona la vida sentimental allí, viene al caso por el embarazo de Carlota, sin confirmar oficialmente, aunque los ciudadanos monegascos apuestan porque su princesa será mama dentro de seis meses. Los comentarios están a la orden del día y la felicidad en palacio es absoluta. Lo llamativo del caso es que casi nadie se acuerda del futuro padre. Les suena que es algo así como un actor cómico, aunque hay algunos que lo confunden con el anterior. A punto de confirmar la llegada del nuevo miembro al clan Grimaldi, el supuesto papá del niño no sabe no contesta. A nadie en Mónaco le interesa el tal Gad Elmaleh. Por cierto, parece que, a pesar del silencio institucional, las mujeres de palacio ya van dando la noticia del embarazo por cierta entre sus amistades. 

Los embarazos, enamoramientos y rupturas en la familia Grimaldi funcionan a golpe de rumor y solo se convierten en realidad cuando ya es más que un hecho constatable, pero nunca suelen ser confirmados por sus protagonistas. Aunque hubo veces que, dada la rapidez en la sustitución de amantes, alguna identidad se ha perdido en el camino. Lo que ya es más complicado es tapar la tripa de las mujeres del palacio monegasco, porque la naturaleza ofrece lo que no da el gabinete de comunicación. El tema de las paternidades, salvo en el caso del príncipe reinante, Alberto, tampoco suele ser determinante. Los padres biológicos de las chicas afectan poco a la dinastía y menos a los monegascos.

Carlota Casiraghi